jueves, 14 de noviembre de 2019

La silla


La hija de un hombre le pidió al sacerdote que fuera a su casa a hacer una visita a su padre que estaba muy enfermo.
Cuando el sacerdote llegó a la habitación encontró a este pobre hombre en su cama con la cabeza alzada por un par de almohadas. Había una silla al lado de su cama, por lo que el sacerdote pensó que el hombre sabía que vendría a verlo.
- ¿Supongo que me estaba esperando? le dijo.
- No, ¿quien es usted?, dijo el hombre enfermo.
- Soy el sacerdote que su hija llamó para que lo visitara; cuando entré y vi la silla vacía al lado de su cama supuse que usted sabía que yo vendría a visitarlo.
- Ah si, la silla. ¿Le importaría cerrar la puerta?, dijo el hombre enfermo. El sacerdote sorprendido cerró la puerta. El hombre enfermo le dijo:
- Nunca le he dicho esto a nadie, pero toda mi vida le he pasado sin saber como rezar. Cuando he estado en la iglesia he escuchado muchas cosas respecto de la oración, cómo se debe orar y los beneficios que trae..., pero siempre esto de las oraciones; ¡no sé...! me entra por un oído y me sale por el otro. De todos modos no tengo idea de cómo hacerlo. Y hace mucho tiempo abandoné por completo la oración. Esto ha sido así hasta hace cuatro años, cuando, conversando con mi mejor amigo, me dijo:
- José, esto de la oración es simplemente tener una conversación con Jesús, así es como te sugiero que lo hagas: te sientas en una silla y colocas otra silla vacía enfrente tuyo, luego con fe miras a Jesús sentado delante de ti. No es alocado el hacerlo pues Él nos dijo: “Yo estaré siempre con vosotros”.
Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, igual que lo estás haciendo conmigo ahora.
- Así que lo hice una vez y me gustó; lo he seguido haciendo cada día desde entonces. Siempre tengo mucho cuidado de que no me vea mi hija... pues creería que estaba perdiendo la cabeza.
El sacerdote sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José que era algo muy bueno lo que venía haciendo y que no dejara de hacerlo nunca.
Luego hizo una oración con él. Le dio la bendición y se fue a su parroquia.
Dos días después, la hija de José llamó al sacerdote para decirle que su padre había fallecido. El sacerdote le preguntó:
- ¿Falleció en paz?
- Si, cuando salí de la casa a eso de las dos de la tarde, me llamó y fui a verlo a su cama. Me dijo que me quería mucho y me dio un beso.
Cuando regresé de hacer mis compras una hora después me lo encontré muerto. Pero hay algo extraño respecto a su muerte, pues justo antes de morir se acercó a la silla que estaba al lado de la cama y recostó su cabeza en ella, y así lo encontré. ¿Que cree usted que pueda significar esto?
El sacerdote profundamente estremecido, se secó las lágrimas de emoción y le respondió:
- "Ojalá que todos nos pudiésemos morir de esa manera"

Es curioso como podemos enviar cuentos y "bromas" a través de whatshapp o facebook que se reenvían como fuego voraz, pero cuando enviamos mensajes sobre Dios, lo pensamos dos veces antes de compartirlo con otros.
Si cuando termines de leer este mensaje no se lo envías a muchos de los que están en tu lista de contactos es porque no estás seguro de lo que ellos pensarán al respecto, y peor, de lo que ellos van a pensar de ti.
¡Es curioso que nos preocupemos más por lo que la gente piense de nosotros, que por lo que Dios pueda pensar de nosotros...!
Que tengas un día lleno de bendiciones junto a los tuyos.

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