viernes, 29 de agosto de 2025

Decir siempre la verdad

      Mahatma Gandhi

Señor...
ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes
y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna, no me quietes la razón.
Si me das éxito, no me quites la humildad.
Si me das humildad, no me quites la dignidad.
Ayúdame siempre a ver la otra cara de la medalla,
no me dejes inculpar de traición a los demás por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso.
Más bien recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es un signo de grandeza
y que la venganza es una señal de bajeza.
Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso.
Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme
y si la gente me ofende, dame valor para perdonar.
¡Señor... si yo me olvido de ti, nunca te olvides tú de mi!

Los tamales

    Parroquia Ntra Sña de Guadalupe, Puebla

Nota: el tamal es una tortita de maíz rellen de ingredientes salados o dulces, y se cocina envuelto en hojas vegetales

Una mujer, para el cumpleaños de su mejor amiga, le regaló una cadena de oro. Se gastó todo su sueldo; y la verdad, no ganaba mucho.
Pues sí, la compró y se la dio con mucho cariño. Muy pronto en la fábrica donde ambas trabajaban todas se enteraron del regalo. Y empezaron las críticas: que cómo era posible gastar tanto dinero en una amiga, que exageraba, que eso no se hacía. Incluso una compañera se atrevió a decirle en público:
— Oye, ¿y qué te dio ella a cambio? ¿Qué ha hecho como para que la bañes en oro?
Oly, tranquila, contestó con pocas palabras:
— Me dio unos tamales.
Todas se rieron y preguntaron con ironía:
— ¿Tamales? ¿Y por eso le compraste una joya de oro?
Entonces Oly explicó:
— Cuando estuve internada en el hospital, muy grave, sin poder comer nada, ella me llamaba a diario para preguntarme qué se me antojaba. Un día, sin pensarlo, le dije “unos tamales con queso”. No sé ni por qué, así nomás lo solté. Y ¿qué creen? Mi amiga salió en pleno frío, tomando dos buses, y me trajo una olla llena de tamales recién hechos. No una, varias veces vino a verme. Me cuidó, se sentaba junto a mí, me daba ánimo. Así que no entendéis nada. Si yo tuviera un reino o millones de dólares, igual sería poco para pagarle lo que hizo por mí. Porque gracias a ella estoy aquí. Si no fuera por esos tamales y por su cariño, a lo mejor ya en el cementerio en lugar de estar recibiendo este sueldo.
Las demás se quedaron calladas. Empezaron a pensar en voz baja: ¿tendrán ellas una amiga así, de tamales? Porque en realidad no se trataba de los tamales, ni de la cadena de oro. Se trata de dos corazones que tuvieron la fortuna de encontrarse en la verdadera amistad.

Moraleja: Lo importante en la vida es tener a alguien para quien seas indispensable. Y cuando alguien te demuestra amor de esa forma, no importa el costo. Hasta por unos tamales. El cariño, amor, y amistad se demuestra, aunque algunas veces no sea recíproco. Trata siempre de hacer lo correcto.

domingo, 24 de agosto de 2025

Tú, Señor, no te andas con mediocridades

          Mari Patxi Ayerra

Tú, Señor, nos llamas a seguirte personalmente,
no te vale una respuesta mediocre...
Tú quieres un sí valiente, que abarque toda nuestra existencia.
Tú no te conformas con que nos llamemos cristianos.
Tú no quieres que llenemos nuestra vida de ritos.
Tú nos llamas a vivir el amor como Tú, a plantearnos la existencia
como una entrega, una ofrenda, una fiesta,
una familia y una comunión continua.
Tú quieres que seamos gente abierta,
que no está anclada en viejas normas
sino que va dando las respuestas adecuadas
a lo que necesita el ser humano en el momento.
Tú eres Señor de todos los tiempos,
conoces a la mujer que sufre en este siglo
al consumo que nos arrastra con su engaño
al ocio fácil que nos divierte y vacía el alma
a nuestra sociedad del bienestar
que llena la cuneta de hermanos pobres,
a nuestros proyectos de trabajo
que ocupan nuestra vida, dejándonos vacíos
posponiendo la vida familiar y la propia.
Tú conoces todas nuestras realidades
y nuestras profundidades y sentimientos,
mucho mejor aún que nosotros mismos,
por eso ofreces como respuesta tu Evangelio,
esa forma de vivir que libera, transforma
y crea familia y reino, solidaridad y fraternidad.
Por eso no podemos vivir en la mediocridad
que inventa nuevos caminos de libertad,
que hace otra oferta de felicidad
que nada tiene que ver con el puesto de trabajo
sino con lo que uno se regala a los hermanos
y cómo vive en el amor y en la justicia
.

La cebolla que salva

Érase una vez una mujer muy, muy huraña y egoísta. El día en que murió nadie recordaba ningún gesto de caridad que hubiera hecho a lo largo de su vida.
Así pues, el demonio la llevó al infierno. Su ángel de la guarda empezó a repasar su vida para ver si encontraba una buena acción para presentársela a Dios. Finalmente encontró una. Una vez arrancó una cebolla de su huerto y se la dio a un mendigo.
Dios le dijo al ángel de la guarda: "Toma una cebolla, enséñasela y que se agarre a ella, si la puedes subir hasta el paraíso que entre, pero si la cebolla se rompe se quedará en el infierno". El ángel de la guarda corrió hacia ella y le dijo: Ven, agárrate y yo te salvaré.
Con mucho cuidado empezó a subir y ya estaba casi afuera cuando otros pecadores que la vieron ya casi salvada se agarraron a ella para salir también ellos.
Pero como era tan egoísta empezó a darles golpes y les dijo: "Me están sacando a mi, no a vosotros; es mi cebolla, no la vuestra. Soltaos". Al decir esto se soltó de la cebolla y cayó de nuevo al infierno y allí sigue hasta hoy. Su ángel de la guarda sigue llorando por-que no pudo salvarla.