domingo, 25 de septiembre de 2022

La mirada del amor

        Jorge Bucay

El rey estaba enamorado de Sabrina: una mujer de baja condición social a la que el rey había hecho su última esposa.
Una tarde, mientras el rey estaba de cacería, llegó un mensajero para avisar que la madre de Sabina estaba enferma. Pese a que estaba prohibido usar el carruaje personal del rey (castigado con la muerte), Sabrina subió al carruaje y corrió junto a su madre.
A su regreso, el rey fue informado de la situación.
- ¿No es maravillosa? -dijo- Esto es verdaderamente amor filial. ¡No le importó su vida para cuidar a su madre! ¡Es maravillosa!
Cierto día, mientras Sabrina estaba sentada en el jardín del palacio comiendo fruta, llegó el rey. La princesa lo saludó y luego le dio un mordisco al último melocotón que quedaba en la canasta.
- ¡Parece que están muy buenos! -dijo el rey.
- Así es -dijo la princesa-, y alargando la mano le cedió a su amado el último melocotón.
- ¡Cuánto me ama! -comentó después el rey-, renunció a su propio placer, para darme el último melocotón de la canasta. ¿no es fantástica?
Pasaron algunos años y vaya a saber por qué, el amor y la pasión desaparecieron del corazón del rey. Sentado con su amigo más confidente, le decía:
- Nunca se portó como una reina… ¿acaso no desafió mi investidura usando mi carruaje? Es más, recuerdo que un día me dio a comer una fruta mordida.

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