Danos tu pan, que sacia sin hartar
y restaura las fuerzas gastadas;
pan que alimenta la acogida,
el encuentro y la fiesta
al partirse en mesa de hermanos.
Danos tu Espíritu que habla sin grito,
hace audaz al cobarde y libera al cautivo
cuando inspira justicia, libertad, paz.
Danos tu verdad que seduce sin trampa,
que hace sabio al pequeño
y hace sencillo al sabio,
al afirmar un amor invencible.
En agua, pan y amor inquieto,
en espíritu y verdad.
Tenemos hambre y sed de ti, Señor.
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