domingo, 29 de octubre de 2023

Los miércoles milagro

        J. L. Martín Descalzo

Aquella tarde a Gabriela -uno de los pequeños personajes de una novela de Gerard Bessiere- le preguntó su amigo Jacinto:
- ¿Qué has hecho hoy en la escuela?
- He hecho un milagro, respondió la niña.
- ¿Un milagro? ¿Cómo?
- Fue en la Catequesis.
- ¿Y cómo hiciste el milagro?
- Tenemos como catequista a una señorita que está en silla de ruedas. No puede hacer nada ella sola, sólo hablar y reír.
- ¿Y qué pasó?
- La señorita hablaba de los milagros de Jesús. Uno de los niños dijo: No es verdad que haya milagros. Porque si los hubiera, Dios te hubiera curado a ti.
- Y ella, ¿qué dijo?
- Dijo: Sí, Dios hace también milagros para mi. 
Y los niños dijeron: ¿Qué milagro ha hecho?
- ¿Y entonces?
- Entonces ella dijo: Mi milagro sois vosotros. ¿Por qué?, le preguntamos. Y ella dijo: Porque me lleváis los miércoles a pasear, empujando mi silla de ruedas.
¿Lo ves? Hacemos milagros todos los miércoles por la tarde. La señorita dijo también que habría muchos más milagros si la gente quisiera hacerlos.
- ¿Te gusta a ti hacer milagros?
- Sí. Tengo ganas de hacer un montón. Primero pequeños. Cuando sea mayor voy a hacer milagros grandes.
- ¿Todos los miércoles?
- Quiero hacerlos todos los días, toda la vida.
- ¿No te parece que la vida es también un milagro?
- No -dijo Gabriela-. La vida es para hacer milagros.

Gabriela tiene razón, la vida es para hacer milagros, los miércoles, y los jueves, y los domingos. La vida no es para sentarse esperando que Dios resuelva nuestros problemas, sino para empezar a hacer ese milagro pequeñito que Él puso ya en, nuestras manos, el milagro de querernos y ayudarnos.
Y el milagro de amar pueden hacerlo todos, niños y grandes, pobres y ricos, sanos y enfermos. Fijaos bien, a una persona pueden privarle de todo menos de una cosa: de su capacidad de amar.

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