José María R. Olaizola, SJ.
Qué fácil es colocarse en el tropel de los puros.
Reducir la fe al cumplimiento,
que garantiza un asiento en el banquete de los perfectos.
Qué triste, arrojar, desde ese puesto, migajas de esperanza
a quien, con pies de barro, se siente indigno.
Algún día comprenderemos
que tu mesa se dispone con criterios diferentes.
Que tu pan no se restablece a los saciados de ego,
de exigencias imposibles para tristezas ajenas.
Que tu Reino no se compra por un puñado de leyes.
Que tu amor no es la conquista de guerreros invencibles.
Tu pan, tu Reino, tu amor,
es alimento ofrecido a quien vive con hambre.
Sí, don, gratuito y desbordante, nos renueva y nos cambia.
domingo, 1 de octubre de 2023
El banquete de los imperfectos
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