jueves, 7 de diciembre de 2023

El Milagro de la Fuente

En aquella época en que María y José y también el pequeño burro caminaban en dirección a Belén, no existía el agua corriente.
Las mujeres iban con su cántaro a sacar agua de la fuente. Allí se encontraban para charlar. La fuente era un lugar de encuentro, el sitio en el que intercambiaban las últimas novedades.
Esa tarde, Ruth tomó su cántaro para ir a la fuente. Al salir de su casa la luz intensa de una estrella la deslumbró, tenía tal resplandor que las otras estrellas, y hasta la luna, parecían completamente pálidas. Ruth maravillada, se quedó quieta en el lugar. No podía quitar sus ojos de esta estrella resplandeciente. Se olvidó de la hora y de lo que tenía que hacer. ¿Qué mensaje anunciaba este astro luminoso?
El viento la sacó de su sueño. Tomó su cántaro y se dirigió rápidamente hacia la fuente. Allí no había nadie. Todos habían vuelto a sus casas. Ruth colgó su cántaro en la cadena, y se detuvo: la estrella se reflejaba en el fondo del pozo. El agua brillaba como el oro. La joven maravillada susurró:
-- “¡Que luminoso resplandor, si por lo menos la abuela lo pudiese ver!”
Pero la abuela estaba sentada en casa, en su sillón. Sus piernas debilitadas por la edad, casi no la podían sostener. Ruth bajó lentamente su cántaro en el pozo para no enturbiar el agua.
Cuando lo volvió a subir, la joven se maravilló otra vez. Pues el agua del cántaro brillaba tanto como el oro. Entonces mojó la punta de su dedo y la probó: el agua tenía el mismo gusto que de costumbre. Ruth levantó su cántaro y volvió rápidamente a casa. En cuanto abrió la puerta gritó:
-- “¡Abuela, mira lo que te traigo!” Y le hizo contemplar el agua que relucía como oro puro. “¡Mira! Ha guardado el destello de la estrella para que tu la pudieses ver”.
La anciana miró el agua pensativamente y dijo: “¿Cuál será esta luz que comienza a brillar sobre el mundo y que al agua pura le gusta conservar su destello?” Después volviéndose hacia Ruth añadió: “yo veo el reflejo de tus ojos. Guárdalo como lo más precioso”.
La noticia del agua de oro se extendió rápidamente y todos venían al pozo. Sacaban muchas cantidades, pero el agua de oro no se agotaba. Guardó su resplandor hasta… ¿hasta cuándo justamente? Hasta el día en que el niño Jesús nació en belén. Desde entonces él empezó a iluminar el mundo con su luz.

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