viernes, 26 de enero de 2024

El silencio del ruiseñor

En los tiempos de Salomón, el mejor de los reyes, un hombre compró un ruiseñor que tenía un trino excepcional. Lo puso en una jaula en la que al pájaro nada le faltaba, y éste cantaba durante horas y horas, para admiración de los vecinos.
Un día en que la jaula estaba en un balcón, se acercó otro pájaro, le dijo algo al ruiseñor y se fue volando. Desde aquel día el incomparable ruiseñor permaneció en silencio.
El hombre, desesperado, llevó a su pájaro ante el rey Salomón, que conocía el lenguaje de los animales, y le pidió que le preguntase por las razones de aquel silencio. El pájaro le dijo a Salomón:
-- ‘En otro tiempo no conocía ni cazador ni jaula. Un día me enseñaron un apetecible cebo y, empujado por mi deseo, caí en la trampa. El cazador de pájaros me vendió en el mercado, lejos de mi familia, y me encontré en la jaula del hombre que aquí ves. Empecé a lamentarme día y noche, lamentaciones que ese hombre tomaba como cantos de agradecimiento y alegría. Hasta que vino otro pájaro a decirme: “Deja ya de llorar porque es por tus gemidos por lo que te guardan en esta jaula.” Entonces decidí callarme.’
Salomón tradujo estas frases al propietario del pájaro.
El hombre se dijo: ¿Para qué guardar un ruiseñor si no canta? Y lo puso en libertad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario