El Sufismo, tal como lo conocemos, se desarrolló
dentro de la matriz cultural del Islam. La revelación Islámica se presentó a sí
misma como la última expresión del mensaje esencial traído a la humanidad por
los profetas de todas las épocas.
Si es que el Sufismo tiene un método central,
éste es el del desarrollo de la presencia y del amor. Sólo la presencia puede
despertarnos de nuestra esclavitud respecto del mundo y de nuestros propios
procesos sicológicos, y sólo el amor cósmico puede abarcar lo Divino. El amor
es la más alta activación de la inteligencia, pues sin él nada grande se
lograría, ya sea espiritualmente, artísticamente, socialmente, o científicamente.
Los dos maestros del sultán
Una vez el sultán iba cabalgando por las calles
de Estambul, rodeado de cortesanos y soldados. Todos los habitantes de la
ciudad habían salido de sus casas para verle. Al pasar, todo el mundo le hacía
una reverencia. Todos menos un derviche harapiento.
El sultán detuvo la procesión e hizo que
trajeran al derviche ante él. Exigió saber por qué no se había inclinado como
los demás.
El derviche contestó:
- Que toda esa gente se incline ante ti
significa que todos ellos anhelan lo que tú tienes: dinero, poder, posición
social. Gracias a Dios esas cosas ya no significan nada para mí. Así pues, ¿por
qué habría de inclinarme ante ti, si tengo dos esclavos que son tus señores?
La muchedumbre contuvo la respiración y el
sultán se puso blanco de cólera.
- ¿Qué quieres decir? -gritó enfurecido.
- Mis dos esclavos, que son tus maestros, son
la ira y la codicia -dijo el derviche tranquilamente.
Dándose cuenta de que lo que había escuchado
era cierto, el sultán se inclinó ante el derviche.
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