sábado, 29 de agosto de 2020

El escarabajo y el gusano

Había una vez un gusano y un escarabajo que eran amigos, pasaban charlando horas y horas...
El escarabajo era consciente de que su amigo era muy limitado en movilidad, tenía una visibilidad muy restringida y era muy tranquilo comparado con los de su especie.
El gusano era muy consciente de que su amigo venía de otro ambiente, comía cosas que le parecían desagradables y era muy acelerado para su estándar de vida, tenía una imagen grotesca y hablaba con mucha rapidez.
Un día, la compañera del escarabajo le cuestionó la amistad hacia el gusano.
¿Cómo era posible que caminara tanto para ir al encuentro del gusano?
A lo que él respondió que el gusano estaba limitado en sus movimientos.
¿Por qué seguía siendo amigo de un insecto que no le devolvía los saludos efusivos que el escarabajo le hacía desde lejos?
El escarabajo entendía todo esto, ya que sabía de su limitada visión, muchas veces ni siquiera sabía que alguien lo saludaba y cuando se daba cuenta, no distinguía si se trataba de él para contestar el saludo. Sin embargo calló para no discutir.
Fueron muchas las respuestas que en el escarabajo busco ante el constante cuestionamiento por parte de su esposa y los de su género, respecto a su amistad con el gusano, tantas, que al final, decidió poner a prueba la amistad alejándose un tiempo para esperar que el gusano lo buscara.
Pasó el tiempo y la noticia llegó: el gusano estaba muriendo, pues su organismo lo traicionaba por tanto esfuerzo; cada día emprendía el camino para llegar hasta su amigo y la noche lo obligaba a retornar hasta su lugar de origen.
El escarabajo decidió ir a ver sin preguntar a su compañera qué opinaba. En el camino varios insectos le contaron las peripecias del gusano por saber qué le había pasado a su amigo. Le contaron cómo se exponía día a día para ir dónde él vivía, pasando cerca del nido de los pájaros. De cómo sobrevivió al ataque de las hormigas y así sucesivamente. Llegó el escarabajo hasta el árbol en que yacía el gusano esperando pasar a mejor vida. Al verlo acercarse, con las últimas fuerzas que la vida te da, le dijo cuánto le alegraba, que se encontrara bien. Sonrió por última vez y se despidió de su amigo sabiendo que nada malo le había pasado.
El escarabajo avergonzado de sí mismo, por haber dudado de su amistad por los comentarios de otros, había perdido muchas horas de regocijo y alegría charlando con su amigo. Al final entendió que el gusano, siendo tan diferente, tan limitado y tan distinto de lo que él era, era su amigo, a quien respetaba y quería no tanto por la especie a la que pertenecía sino porque le ofreció su amistad.
El escarabajo aprendió varias lecciones ese día:
La amistad está en ti y no en los demás, si la cultivas en tu propio ser, encontrarás el gozo del amigo.
El tiempo no delimita las amistades, tampoco las razas o las limitaciones propias o ajenas.
El tiempo y la distancia no destruyen una amistad, son las dudas y nuestros temores los que más nos afectan.
Y cuando pierdes un amigo una parte de ti se va con él. Las frases, los gestos, los temores, las alegrías e ilusiones compartidas en la envoltura de la confianza se van con él.
El escarabajo murió después de un tiempo. Nunca se le escuchó quejarse de quien mal le aconsejó, pues fue decisión propia el poner en manos ajenas su amistad solo para verla escurrirse como agua entre los dedos.

Si tienes un amigo no pongas en tela de juicio lo que es, pues sembrando dudas cosecharás temores. No te fijes demasiado en cómo habla, cuánto tiene, qué come o qué hace, pues estarás poniendo en una vasija rota tu confianza.
Reconoce la riqueza de quien es diferente de ti y está dispuesto a compartir sus ideales y temores, pues esto alimenta el espíritu de supervivencia más que un buen platillo.
La esencia del gusano y el escarabajo se volvió una en el plano que se encuentra más allá de este mundo, volviendo al regocijo que en esta vida habían encontrado.
No sé si soy gusano o escarabajo, a veces una cosa y otra y otra, pero seguro que cada uno es distinto del otro y nos movemos en planos ajenos. Yo, como gusano, te seguiré buscando día a día, y como escarabajo, no me fijaré en limitaciones. Como gusano, omitiré lo grotesco que me puedas parecer. Como escarabajo, haré uso de mis habilidades para ayudarte. Juntos haremos que la vida sea más bonita, más fraterna, más viva.
Dijo madre Teresa de Calcuta: "Voy a pasar por la vida una sola vez, cualquier cosa buena que pueda hacer o la amabilidad con mis semejantes debo hacerlo ahora, porque no pasaré de nuevo por ahí".

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