Salve, Madre, en la tierra de tus amores
te saludan los cantos que alza el amor.
Reina de nuestras almas, flor de las flores,
muestra aquí de tu gloria los resplandores;
que en el cielo tan sólo te aman mejor.
Reina, aquí todo es tuyo; tu gloria y hermosura
bendicen hoy tus hijos en cántico triunfal.
El sol de nuestro cielo con tu esplendor fulgura,
y aquí, Madre, las almas olvidan su amargura
para entonarte el himno del amor inmortal.
Virgen santa, Virgen pura, vida, esperanza y dulzura,
del alma que en ti confía; Madre de Dios, Madre mía,
mientras mi vida alentare, todo mi amor para ti;
mas si mi amor te olvidare, Madre mía, Madre mía,
aunque mi amor te olvidare, tú no te olvides de mí.
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