sábado, 17 de marzo de 2018

El rencor es un saco de patatas

En un antiguo monasterio, el monje más sabio convocó a todos los aprendices a una reunión en la cocina. A medida que fueron llegando los jóvenes, el maestro les fue entregando a cada uno un saco. Cuando todos se colocaron alrededor de la mesa central el monje les dijo:
- Todos guardamos en nuestro corazón diversos rencores contra familiares, amigos, vecinos, conocidos, desconocidos y a veces hasta contra nosotros mismos. Busquen en el fondo de sus corazones todas las ocasiones en las cuales ustedes han dejado de perdonar alguna ofensa, algún agravio o cualquier acción que les haya producido dolor. Entonces tomen una de estas patatas, escriban sobre ella el nombre de la persona involucrada y colóquenla en el saco que les di. Repitan esta acción hasta que ya no encuentren más casos en su memoria.
Acatando las instrucciones, todos fueron llenando poco a poco sus respectivos sacos. Al terminar el monje agregó:
- Ahora deberán cargar el saco que llenaron durante todo el día a lo largo de dos semanas, sin importar dónde vayan o qué tengan que hacer.
Pasados quince días, el sabio volvió a reunir a los aprendices y les preguntó
- ¿Cómo se han sentido? ¿Qué les ha parecido esta experiencia?
- Es una carga realmente pesada, tal vez excesiva – respondió uno –. Estoy cansado y me duele la espalda.
- No es tanto el peso, sino el olor nauseabundo que empiezan a emitir la patatas que ya están podridas – replicó otro.
A lo que el maestro contestó:
- Pues bien, eso mismo es lo que pasa en nuestros corazones y en nuestro espíritu cuando en lugar de perdonar guardamos rencor. Al no perdonar a quién nos hirió, creemos que le estamos haciendo daño, pero en realidad nos perjudicamos a nosotros mismos. No sabemos si al otro le importa o no recibir nuestro perdón, pero lo que si es cierto es que el rencor que vamos acumulando a través del tiempo afecta nuestra autoestima, nuestra capacidad de vivir en plenitud, de amar, de ser felices.

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