domingo, 11 de marzo de 2018

En Ti me refugio, Señor

   Etty Hillesum

Dios mío, a quien tanto quiero, estos son unos tiempos de angustia.
Dios mío, yo te prometo una cosa, algo muy pequeño:
jamás agobiaré el día en que vivo con las preocupaciones de mañana,
aunque eso me exija disciplina mental.
A cada día le basta su trabajo.
Te ayudaré, Dios mío, para arrojar lejos de mí mis preocupaciones,
aunque no pueda asegurarlo de antemano...
Lo que realmente importa es poder salvaguardar
esta pequeña parte de ti, Dios mío, en mí.
Y quizás también en los demás.
Quiero defender tu amparo dentro de mí hasta el final del día.
Ninguno de los que están en tus brazos puede caer.
Empiezo a sentirme un poco más pacificada, Dios mío.
Gracias por esta conversación que puedo tener contigo.
La repetiré muchas veces.
Señor, vas a pasar momentos duros conmigo,
de vez en cuando, cuando mi fe se debilite algo. 
Pero, créeme, siempre trabajaré por ti, buscaré serte fiel
y jamás te arrojaré de mi presencia. 
No permitas que desperdicie ni siquiera un mínimo de mi fuerza
en preocupaciones materiales sin importancia.
Ayúdame a emplear todos los minutos de mi tiempo
y a convertirlos en un día fructífero,
sobre el que construir nuestro futuro tan incierto.
Te traigo no sólo mis lágrimas, sino también mis alegrías en este día.
Y así, te llevaré todas las situaciones que encuentre en mi camino,
y son muchas las que habrá.
Intentaré que siempre te sientas en casa
ya que guardo tu consuelo en mi corazón.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario