martes, 8 de mayo de 2018

Olvidar lo que no merece la pena recordar

Un discípulo se acercó hasta su maestro espiritual y le preguntó:
- Maestro entonces, perdonar al enemigo, ¿implica ser un incauto, estar desprevenido o incluso ser tomado por necio?
Y el maestro le contestó:
- En cierta ocasión un buen hombre iba caminando por la calle de una gran ciudad cuando, de repente, le cayó encima un jarro de agua desde una de las ventanas situadas sobre la acera.
En un principio reaccionó con indignación y con furia profiriendo toda clase de improperios contra aquel despistado vecino. Al día siguiente volvió, con toda naturalidad y como era su costumbre, paseando por la misma calle pero dirigiendo levemente su cabeza hacia el lugar desde donde, el día anterior, le sobrevino la desagradable sorpresa. El vecino observando la reacción del afectado, sin pensárselo dos veces, bajó a la calle y le preguntó:
- ¿Cómo se fía usted a pasar de nuevo por debajo de mi casa?
A lo que aquel le contestó:
- Sólo se puede ser libre en la vida si dejas atrás aquello que no merece la pena recordar.

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