Poca gente sabe que Gaudí tuvo que salir a la calle a pedir dinero para poder proseguir las obras del templo de la Sagrada Familia de Barcelona. En una de esas visitas, exitosa, ocurrió lo siguiente:
- Muchas gracias, dijo Gaudí.
- No, no me de las gracias. En realidad no me supone ningún sacrificio.
- Entonces -añadió el arquitecto con gracia- no sirve. Mejor dicho, no le sirve a usted. Vea de aumentarlo hasta le suponga sacrificarse... ¡Le será más agradable a Dios! Porque la caridad que no tiene el sacrificio como base no es verdadera y tal vez no sea más que vanidad.
El caballero se quedó boquiabierto. Reflexionó. Buen cristiano, comprendió y entregó un donativo mucho mayor.
- Ahora soy yo quien le da a usted las gracias, señor Gaudí -dijo al arquitecto-.
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