martes, 23 de mayo de 2017

El sentido de la vida

En un denso y lejano bosque de unas picudas y rocosas montañas nacía un pequeño y ondulado riachuelo lleno de peces. Cerca del riachuelo se podía observar a los árboles bailando con el sonido del soplo de la suave brisa y a las flores embriagándose con el olor de su perfume.
En ese maravilloso lugar vivía un lémur, uno de los primates más pequeños del mundo, que se había apartado de todos porque a muchos no les caían bien. Así vivía solo y aburrido.
Pero una mañana se despertó y salió de su casa a buscarle un sentido a la vida.
Decidió caminar por el bosque con la cabeza agachada y al escuchar el canto de un pájaro se le acercó y le preguntó cuál era el sentido de la vida y porqué vivían todos tan alegres, éste le respondió:
- El sentido de la vida es expresar tus emociones a través del canto.
Más adelante una oveja le dijo.
- El sentido de la vida es ayudar a los demás.
Luego un león continúo.
- El sentido de la vida es disfrutar de la comida y la bebida.
Conforme iba avanzando un tigre exclamó:
- ¡El sentido de la vida es ser feliz y hacer feliz a los demás!
En seguida un burro gritó:
- El sentido de la vida es disfrutar del trabajo.
Más adelante un camaleón que llevaba varias horas aburrido en la rama de un árbol concluyó:
- ¡La vida no tiene sentido!
Desconsolado, el lémur se arrimó al tronco de un árbol y en ese momento una mariposa que estaba bebiendo néctar sentada sobre los pétalos de una rosa se apresuró a decirle:
- La vida es una experiencia maravillosa llena de amor hacia Dios y hacia todo el mundo

El ópalo de la simpatía
Hay una piedra preciosa que algunas veces llaman el ópalo de la simpatía. Si viéramos uno de estos ópalos en el escaparate de una joyería, preguntaríamos por qué estaba allí. Es opaco, sin lustre, y sin hermosura.
Pero si lo colocamos en la mano, brillará exhibiendo todos los colores del arco iris. Necesita el calor de la mano humana para poder lucir su hermosura.
En el mundo hay muchas vidas que son sombrías, sin hermosura y sin cariño que están esperando el toque de una mano amiga y la simpatía de un corazón humano; esperan que las comuniquemos con Aquel que puede transformarlas hasta que brillen cual joyas en su corona eterna.

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