miércoles, 30 de diciembre de 2020

Acércate a Belén

                  Florentino Ulibarri

Acércate a esos lugares del mundo
donde hoy acampa silenciosamente el Verbo, sin derechos y sin palabra;
donde se refugia su humanidad desnuda, doliente, maltratada.
Acércate y ofrécele acogida, no tengo suelo donde morar y descansar,
porque ha venido y está en lo suyo,
aunque no tenga papeles oficiales, ni permiso legal de residencia permanente.
El gozo de recibirle está hoy a nuestro alcance.
Acércate y escucha, en silencio, el clamor de sus palabras, gritos y gemidos,
y la reivindicación de sus derechos, que viene de muy antiguo;
acércate sin miedo, quiere ser nuestro amigo.
Acércate y déjate querer por quien ha plantado su tienda entre nosotros
y, en medio de este mundo tenso, hostil, cerrado y acotado,
pone la ternura de Dios en nuestras manos.
Acércate a Belén y contempla a Dios encarnado.

Navidad no es cuento

Alguien me acercó un cuento de Navidad que leyó en alguna parte. Lo contaré a continuación porque realiza un hermoso viaje al corazón de Jesús niño.
Se dice que, cuando los pastores se alejaron y la quietud volvió, el niño del pesebre levantó la cabeza y miró la puerta entreabierta. Un muchacho joven, tímido, estaba allí, temblando y temeroso.
- Acércate -le dijo Jesús- ¿Por qué tienes miedo?
- No me atrevo… no tengo nada para darte.
- Me gustaría que me des un regalo -dijo el recién nacido.
El pequeño intruso enrojeció de vergüenza y balbuceó:
- De verdad no tengo nada… nada es mío; si tuviera algo, algo mío, te lo daría… mira.
Y buscando en los bolsillos de su pantalón andrajoso, sacó una hoja de cuchillo osidada que había encontrado.
- Es todo lo que tengo, si la quieres, te la doy…
- No -contestó Jesús- guárdala. Querría que me dieras otra cosa. Me gustaría que me hicieras tres regalos.
- Con gusto -dijo el muchacho- pero ¿qué?
- Ofréceme el último de tus dibujos.
El chico, cohibido, enrojeció. Se acercó al pesebre y, para impedir que María y José lo oyeran, murmuró algo al oído del Niño Jesús:
- No puedo… mi dibujo es «muy malo»… ¡nadie quiere mirarlo…!
- Justamente, por eso yo lo quiero… siempre tienes que ofrecerme lo que los demás rechazan y lo que no les gusta de ti. Además quisiera que me dieras tu plato.
- Pero… ¡lo rompí esta mañana! -tartamudeó el chico.
- Por eso lo quiero… Debes ofrecerme siempre lo que está roto en tu vida, yo quiero arreglarlo… Y ahora -insistió Jesús- repíteme la respuesta que le diste a tus padres cuando te preguntaron cómo habías roto el plato.
El rostro del muchacho se ensombreció; bajó la cabeza avergonzado y, tristemente, murmuró:
- Les mentí… Dije que el plato se me cayó de las manos, pero no era cierto… ¡Estaba enfadado y lo tiré con rabia!
- Eso es lo que quería oírte decir -dijo Jesús- dame siempre lo que hay de malo en tu vida, tus mentiras, tus calumnias, tus cobardías y tus crueldades. Yo voy a descargarte de ellas… No tienes necesidad de guardarlas… Quiero que seas feliz y siempre voy a perdonarte tus faltas. A partir de hoy me gustaría que vinieras todos los días a mi casa. 

lunes, 28 de diciembre de 2020

En algún lugar...

                              (María Wine)

En algún lugar tiene que haber un rayo de luz
que disipe las tinieblas del futuro,
una esperanza que no se deje matar por el desencanto,
y una fe que no pierda inmediatamente la fe en sí misma.
En algún lugar tiene que haber un niño inocente
al que los demonios no han conquistado aún,
un frescor de vida que no espire putrefacción,
y una felicidad que no se base en las desgracias de los demás.
En algún lugar tiene que haber un despertador de la sensatez
que avise el peligro de los juegos autoaniquiladores,
una gravedad que se atreva a tomarse en serio,
y una bondad cuya raíz no sea simplemente maldad frenada.
En algún lugar tiene que haber una belleza que siga siendo belleza,
una conciencia pura que no oculte un crimen apartado,
tiene que haber un amor a la vida
que no hable con lengua equívoca,
y una libertad que no se base en la opresión de los demás.

Una bella historia de Navidad

Una hermosa leyenda cuenta que, cuando Jesús nació, los pastores fueron deprisa hacia la gruta llevando muchos regalos.
Cada uno llevaba lo que tenía: unos, el fruto de su trabajo, otros, algo de valor.
Pero mientras todos los pastores se esforzaban, con generosidad, en llevar lo mejor, había un anciano pastor que no tenía nada.
Este pastor era muy pobre, tan pobre que no tenía nada que ofrecer. Y mientras los demás competían en presentar sus regalos, él se mantenía apartado, en un rincón, con vergüenza.
En un determinado momento, San José y la Virgen se vieron agobiados recibiendo todos los regalos, sobre todo María, que debía tener en brazos al Niño. Entonces, viendo a aquel pastor con las manos vacías, le pidió que se acercara. Y le puso a Jesús en sus manos.
El pastor, tomándolo, se dio cuenta de que había recibido lo que no se merecía, que tenía entre sus brazos el regalo más grande de la historia. Se miró las manos, y esas manos que le parecían siempre vacías se habían convertido en la cuna de Dios.
Se sintió amado y, superando la vergüenza, comenzó a mostrar a Jesús a los otros, porque no podía sólo quedarse para él el regalo de los regalos.

Es la suerte más bella que podría sucedernos también a nosotros. Dejarnos encontrar en esta Navidad con el corazón tan pobre, tan vacío y silencioso que María, al vernos, pueda confiarnos también a nosotros su Niño.

domingo, 27 de diciembre de 2020

Oración por los mayores

Dios de bondad y misericordia,
Te damos gracias por el don de nuestros mayores,
que nos han legado el preciado tesoro de la fe
cuidándolo con solicitud inquebrantable
como discípulos y testigos del Señor Jesús.
Ellos son modelo y estímulo en nuestra vida,
pozo de sabiduría y ciencia, de fortaleza y piedad.
Dígnate bendecir sus vidas con tu diestra,
para que nuestra sociedad entera, y cada uno de nosotros,
reconozcamos su dignidad,
estimemos y aprovechemos su riqueza,
cuidemos de sus vidas
y seamos comprensivos con sus debilidades.

El asedio de Weinsberg

Démosle a la palanca apropiada de la máquina del tiempo y vaya casi mil años atrás, hasta 1140, en tiempos del tiránico emperador Conrado III, cuando el Sacro Imperio Germánico se encontraba afectado por las cruentas luchas entre güelfos y gibelinos.
Conrado III había sitiado la pequeña ciudad bávara de Weinsberg, que se resistía a rendirse. Como medida desesperada, el emperador desvió el curso del río que proporcionaba agua a la ciudad, y también impidió el paso de aves sobre el lugar, a fin de que los habitantes de Weinsberg murieran de hambre y de sed.
Los habitantes de Weinsberg aceptaron su derrota, y prometieron rendirse si recibían un trato benevolente, tal y como explica Gregorio Doval en su libro Fraudes, engaños y timos de la historia:
Conrado III accedió a respetar la vida de las mujeres de la ciudad, permitiendo que se marcharan con todo lo que pudieran llevar consigo.
Cuando al día siguiente se abrieron las puertas de la muralla, las mujeres salieron en largo cortejo, pero dejaron atónito al emperador, pues no iban cargadas con sus posesiones, como él esperaba. Cada mujer llevaba en su espalda el peso de su marido, hijo o padre.
El emperador quedó tan sorprendido por tanta nobleza que perdonó la vida a todos los habitantes de Weinsberg. 

sábado, 26 de diciembre de 2020

Nació en una pequeña aldea...

Nació en una pequeña aldea, hijo de una mujer de pueblo.
Creció en otra aldea donde trabajó como carpintero hasta que tuvo 30 años.
Después, y durante tres años, fue predicador ambulante.
Nunca escribió un libro. Nunca tuvo un cargo público.
Nunca tuvo familia o casa. Nunca fue a la universidad.
Nunca viajó a más de trescientos kilómetros de su lugar de nacimiento.
Nunca hizo nada de lo que se asocia con grandeza.
No tenía más credenciales que él mismo.
Tenía sólo treinta y tres años cuando la opinión pública se volvió en su contra.
Sus amigos le abandonaron.
Fue entregado a sus enemigos, e hicieron mofa de él en un juicio.
Fue crucificado entre dos ladrones.
Mientras agonizaba preguntó a Dios por qué le había abandonado,
sus verdugos se jugaron sus vestiduras, la única posesión que tenía.
Cuando murió fue enterrado en una tumba prestada por un amigo.
Con el poder de Dios resucitó y ¡vive para siempre!

La Navidad del incrédulo…

Erase una vez un hombre que no creía en Dios. No tenía reparo en decir lo que pensaba de la religión y las festividades religiosas, como la Navidad. Su mujer, en cambio, era creyente a pesar de los comentarios despectivos de su marido.
Una Nochebuena en que estaba nevando, la esposa se disponía a ir con los hijos al oficio navideño de la parroquia del pueblo agrícola donde vivían. Le pidió al marido que los acompañara, pero él se negó.
- ¡Qué tonterías! -arguyó-. ¿Por qué Dios se iba a rebajar a descender a la tierra adoptando la forma de hombre? ¡Qué ridiculez!
Los niños y la esposa se marcharon y él se quedó en casa.
Un rato después, el viento empezó a soplar con mayor intensidad y se desató una ventisca.
Observando por la ventana, todo lo que aquel hombre veía era una cegadora tormenta de nieve. Y decidió relajarse sentado ante la chimenea.
Al cabo de un rato, oyó un golpazo; algo había golpeado la ventana. Luego, oyó un segundo golpe fuerte. Miró hacia afuera, pero no logró ver a más de unos pocos metros de distancia.
Cuando amainó la nevada, se aventuró a salir para averiguar qué había golpeado la ventana.
En un campo cercano descubrió una bandada de gansos salvajes. Iban camino del sur para pasar allí el invierno, se vieron sorprendidos por la tormenta de nieve y no pudieron seguir. Perdidos, terminaron en aquella finca sin alimento ni abrigo. Daban aletazos y volaban bajo en círculos por el campo, cegados por la borrasca, sin seguir un rumbo fijo. El agricultor se dio cuenta de que de aquellas aves habían chocado contra su ventana. Sintió lástima de los gansos y quiso ayudarlos.
- Sería ideal que se quedaran en el granero -pensó-. Ahí estarán al abrigo y a salvo durante la noche mientras pasa la tormenta.
Dirigiéndose al establo, abrió las puertas de par en par y aguardó con la esperanza de que las aves advirtieran que estaba abierto y entraran. Los gansos se limitaron a revolotear dando vueltas. No parecía que hubieran visto el granero y que se podían refugiar allí.
El hombre intentó llamar la atención de las aves, pero solo consiguió asustarlas y que se alejaran más.
Entró en casa y salió con algo de pan. Lo fue partiendo en pedacitos y dejando un rastro hasta el establo. Sin embargo, los gansos no entendieron. El hombre empezó a sentirse frustrado.
Corrió tras ellos tratando de ahuyentarlos en dirección al granero. Lo único que consiguió fue asustarlos más y que se dispersaran en todas direcciones menos hacia el granero.
Por mucho que lo intentaba, no conseguía que entraran al granero, donde estarían abrigados y seguros.
- ¿Por qué no me seguirán? -exclamó- ¿Es que no se dan cuenta de que es el único sitio donde podrán sobrevivir a la ventisca?
Reflexionando unos instantes cayó en la cuenta de que las aves no seguirían a un ser humano.
- Si yo fuera uno de ellos, entonces sí que podría salvarlos -dijo pensando en voz alta.
Seguidamente, se le ocurrió una idea. Entró al establo, agarró un ganso doméstico de su propiedad y lo llevó en brazos, paseándolo entre sus congéneres salvajes. A continuación, lo soltó.
Su ganso voló entre los demás y se fue al interior del establo. Una por una las otras aves lo siguieron hasta que todas estuvieron a salvo.
El campesino se quedó en silencio mientras las palabras que había pronunciado instantes antes aún le resonaban en la cabeza: ‘Si yo fuera uno de ellos, ¡entonces sí que podría salvarlos!’
Reflexionó también en lo que le había dicho a su mujer aquel día: ‘¿Por qué iba Dios a querer ser como nosotros? ¡Qué ridiculez!’
De pronto, todo empezó a tener sentido. Entendió que eso era precisamente lo que había hecho Dios. Nosotros éramos como aquellos gansos: estábamos perdidos y a punto de perecer. Dios se volvió como nosotros a fin de indicarnos el camino y salvarnos.
El agricultor cayó en la cuenta de que ese era el sentido de la Navidad.
Cuando amainaron los vientos y cesó la cegadora ventisca, su alma quedó en quietud y meditó en tan maravillosa idea. Comprendió el sentido de la Navidad y por qué había venido Jesús a la Tierra.
Con aquella tormenta pasajera, se disiparon años de incredulidad. Hincándose de rodillas en la nieve, elevó su primera plegaria: “¡Gracias, Señor, por venir en forma humana a sacarme de la tormenta!” 

viernes, 25 de diciembre de 2020

Navidad es un presente, no un pasado...

Navidad NO es una fecha histórica a recordar, sino un presente que hay que vivir:
Cuando decides amar a los que te rodean…
Ese día es Navidad.
Cuando decides dar un paso de reconciliación con el que te ha ofendido…
Ese día es Navidad.
Cuando te encuentras con alguien que te pide ayuda y lo socorres…
Ese día es Navidad.
Cuando te tomas el tiempo para charlar con los que están solos…
Ese día es Navidad.
Cuando comprendes que los rencores pueden ser transformados a través del perdón…
Ese día es Navidad.
Cuando te desprendes aún de lo que necesitas, para dar a los que tienen menos…
Ese día es Navidad.
Cuando renuncias al materialismo y al consumismo…
Ese día es Navidad.
Cuando eliges vivir en la alegría y la esperanza…
Ese día es Navidad
Que sea Navidad para ti, todos los días de tu vida...

El calidoscopio...

Había un hombre que, a causa de una guerra en la que combatió de joven, había perdido la vista. Este hombre, para poder subsistir y continuar con su vida, desarrolló una gran habilidad y destreza con sus manos, lo que le permitió destacar como un estupendo artesano; sin embargo, su trabajo no le permitía más que asegurarse el sustento mínimo.
Un día, por Navidad, quiso obsequiarle algo a su hijo de cinco años, un niño que nunca había conocido más juguetes que los trastos del taller de su padre, con lo que fantaseaba reinos y aventuras.
Su papá tuvo entonces la idea de fabricarle, con sus propias manos, un hermoso calidoscopio como alguno que él pudo poseer en su niñez. Por las noches fue recolectando piedras de diversos tipos, que trituraba en decenas de partes: pedazos de espejos, vidrios, metales...
Al terminar la cena de Nochebuena, pudo finalmente imaginar, a partir de la voz del pequeño, la sonrisa de su hijo al recibir el precioso regalo. El niño no cabía en sí de la dicha y de la emoción que aquella increíble Navidad le había traído de las manos rugosas de su padre ciego.
Durante los días y las noches siguientes, el niño iba a todas partes portando el preciado regalo, y con él regresó a sus clases en la escuela del pueblo.
En el receso entre clase y clase el niño exhibió y compartió, lleno de orgullo, su juguete con sus compañeros, que se mostraban fascinados con aquella maravilla.
Uno de aquellos pequeños, tal vez el mayor del grupo, finalmente se acercó al hijo del artesano y le preguntó con mucha intriga:
- Oye, ¡qué maravilloso calidoscopio te han regalado! ¿Dónde te lo compraron? No he visto jamás nada igual en el pueblo...
Y el niño, orgulloso de poder revelar aquella verdad emocionante desde su pequeño corazón, le contestó:
- No; no me lo compraron en ningún sitio... Me lo hizo mi papá.
A lo que el otro pequeño replicó, con cierto tono incrédulo:
- ¿Tu padre...? Imposible. ¡Si tu padre está ciego!
Nuestro pequeño amigo se quedó mirando a su compañero, y al cabo de una pausa de segundos sonrió, como sólo un portador de verdades absolutas puede hacerlo, y le contestó:
- Sí... es cierto... mi papá esta ciego... pero solo de los ojos...
¡¡¡SOLAMENTE DE LOS OJOS!!!

viernes, 18 de diciembre de 2020

Maria esperaba…

A Maria y a todas las mujeres que guardan latente la esperanza de parir hijos que cambiaran el mundo, o al menos de hacerlo posible para todos.... para bien de todos....

María esperaba, porque era pobre...
sólo los pobres esperan, sólo los pobres miran más allá,
sólo los pobres añoran el cielo estrellado, sólo los pobres levantan sus ojos al cielo,
sólo los pobres abren sus manos, sólo los pobres esperan que otro las llene...
María esperaba, porque era pobre,
con sus manos abiertas, con sus ojos serenos,
con su corazón sencillo, con su alma transparente.
María esperaba, porque era pobre... en silencio...
levantando su corazón al cielo... calladamente... en silencio...
María esperaba en el secreto de su alma...
más allá de la esperanza humana, más allá de las fuerzas humanas...
María esperaba en silencio... callada..., como una música sin notas,
como una luz inadvertida, como una palabra guardada...
María esperaba en la paz de su alma,
en la claridad de su mirada, en la sonrisa insinuada...
María esperaba cada jornada, cada hora, cada instante que vivía,
porque la esperanza no se programa... se vive, se siente, se palpita,
se ama en cada instante...
María esperaba, como jamás nadie esperó....
por eso encontró como jamás nadie soñó...
María esperaba contra toda esperanza, sin pensar en nada...
como los pobres, que en su humildad encuentran grata la vida de cada día…
María esperaba.

Hay que saber sembrar para cosechar...

"Cualquiera puede contar las semillas de una manzana, pero solo Dios sabe cuantas manzanas hay en una semilla." Proverbio Popular.

Una mujer soñó que estaba en una tienda recién inaugurada y para su sorpresa, descubrió que Dios se encontraba tras el mostrador.
- ¿Qué vendes aquí?, le preguntó.
- Todo lo que tu corazón desee, respondió Dios.
Sin atreverse a creer lo que estaba oyendo, se decidió a pedir lo mejor que un ser humano podría desear.
- Deseo Paz de Espíritu, Amor, Felicidad, Sabiduría y ausencia de todo temor… Tras un instante de vacilación, añadió: - No sólo para mí, sino para todo el mundo... 
Dios se sonrió y le dijo: - Creo que no me has comprendido.
- Aquí no vendemos frutos. únicamente vendemos semillas.

Esperar con paciencia hasta que germinen y crezcan! En la misma forma en que procedemos con la naturaleza hay que trabajar con el corazón humano, "roturando" la costra de la indiferencia que la rutina ha formado, removiendo los trozos de un egoísmo mal entendido, desmenuzándolos en pequeños trozos de gestos amables, palabras cálidas y generosas, hasta que con soltura, permitan acoger las semillas que diariamente podemos solicitar "Gratis" en el almacén de Dios, porque El mantiene su supermercado en promoción. Son semillas que hay que cuidar con dedicación y esmero y regarlas con sudor, lágrimas y a veces hasta con sangre, como regó EL nuestra redención!

jueves, 17 de diciembre de 2020

Cambia mi mirada, Señor

Convierte mi mirada, Señor, para que sepa ver el amor escondido,
para que descubra las heridas de quienes me rodean, y quiera curarlas,
para que vea más problemas reales y menos figurados;
para que perciba las lágrimas ajenas.
Transforma mi mirada, Señor,
para que intuya las posibilidades de paz,
de concordia, de justicia, de amor.
Convierte mi mirada, Señor.
Convertirse es comprometerse un poco más, un poco mejor.
Hazme alguien comprometido con mi mundo, Señor.
Ayúdame a luchar por mi familia.
Dame coraje para perseverar cuando el camino se haga difícil.
Dame paciencia para sobrellevar los obstáculos sin rendirme.
Dame ilusión para seguir creyendo cuando me quede sin apoyos.
Dame fuerza para complicarme en batallas buenas.
Dame manos para acariciar, pies para caminar,
palabra para cantar siempre a favor de un mundo bueno.
Hazme alguien comprometido con mi mundo, Señor.

El espantapájaros

Un labrador muy tacaño, que vivía en un lejano pueblo, era conocido, por su avaricia. Hasta el punto que, cuando un pájaro comía un grano de trigo encontrado en el suelo, se ponía tan furioso que se pasaba el día oteando su huerto para alejar a todas las aves.
Tanto que tuvo una idea: construir un espantapájaros que le ayudara en el cuidado del huerto.
Con tres cañas hizo los brazos y las piernas, con paja configuró el cuerpo, una calabaza le sirvió de cabeza, dos granos de maíz puso para los ojos, una fresca zanahoria formaba su nariz y una hilera de granos de trigo componían su dentadura.
Cuando el cuerpo del espantapájaros estuvo a punto, le colocó un ropaje poco atractivo y lo hincó en tierra. Le echó una mirada y se percató que le faltaba un corazón. Cogió la fresa más sazonada y se lo colocó en el pecho.
El espantapájaros quedó en el huerto, sometido al movimiento caprichoso del viento. Sin tardar mucho, un gorrión necesitado sobrevolaba muy bajito para buscar trigo en el huerto. El espantapájaros quiso cumplir con su oficio y trató de ahuyentarlo con sus desacompasados movimientos, pero el pájaro se colocó en el árbol y dijo:
- ¡Qué buen trigo tienes. Dame algo para mis hijos!
- No es posible -dijo el espantapájaros-. Sin embargo, buscó una solución y la encontró: le ofreció sus dientes de trigo.
El gorrión, contento y conmovido, recogió los granos de trigo. El espantapájaros quedó satisfecho de su acción, aunque sin dientes.
A los pocos días, entró en el huerto un nuevo visitante muy interesado. Esta vez se trataba de un conejo. ¡Con qué ojos miró la zanahoria! El espantapájaros quiso cumplir con su deber de ahuyentarlo, pero el conejo, fijando su mirada, dijo:
- Quiero una zanahoria, tengo hambre.
El espantapájaros tuvo una corazonada y le ofreció su zanahoria. Luego dio rienda suelta a su alegría y quiso entonar una canción, pero no tenía boca ni nariz para cantarla.
Una mañana apareció el gallo madrugador, lanzando al aire su alegre kikirikí. Acto seguido, le dijo:
- Voy a prohibir a la gallina que ponga huevos para alimentar a mi avaricioso amo, pues él les daba poco de comer.
No le pareció bien al espantapájaros la decisión del gallo y le mandó que cogiera sus ojos formados por granos de maíz.
- Bien -dijo el gallo- y se fue agradecido.
A la hora del crepúsculo, oye una voz humana que le cuenta el despido que le ha hecho el labrador.
- Soy un vagabundo, le dice.
- Coge mi vestido, es lo único que puedo ofrecerte.
- ¡Oh, gracias, espantapájaros!
Ese mismo día, un poco más tarde, oyó llorar a un niño que buscaba comida para su madre. El dueño de la huerta lo había echado, sin atender a su necesidad.
- Hermano -exclamó el espantapájaros-, te doy mi cabeza que es una hermosa calabaza.
Al amanecer, el labrador fue al huerto y, cuando vio el estado en que había quedado el espantapájaros, se enfadó tanto que le prendió fuego. Por fin cayó al suelo su corazón de fresa. El labrador, riéndose, dijo: “Esto me lo como yo”. Pero al morder experimentó un cambio, su corazón de piedra se había convertido en corazón de carne.
En adelante, el huerto del labrador será un vergel y una canción donde todos podrán recrearse con la armoniosa nota del calor humano. 

martes, 15 de diciembre de 2020

El Señor es mi luz y mi salvación (Salmo 27)

Señor ayúdame a recordar que no importa cuán oscura sea la noche.
Tú eres la luz de mi vida, nunca te apagas y siempre me darás un nuevo amanecer.
Señor Jesús en tus manos pongo mi vida, mis metas y mis ilusiones.
Guíame hoy y siempre, llena mis días de bendiciones y aléjame de todo mal.
Gracias Señor, por cada momento de mi vida, por cada sueño que me das
y por cada bendición que me entregas.
Gracias por mi familia y por la gente que me quiere.
Señor, en Tus Manos coloco mis preocupaciones y problemas.
En Tu sabiduría mis planes y objetivos.
En Tu inmenso amor, mi vida y la de mis seres queridos.
Confío en ti plenamente. Gracias por escucharme.
Señor, tu sabes lo que vivo, lo que me preocupa,
lo que siento, lo que pienso, lo que me falta y lo que deseo.
Tu sabes cuando lloro, cuando rio, cuando estoy en soledad.
Cuídame, protégeme, anímame a seguir adelante y acompáñame siempre. Amen.

La leyenda de Gara y Jonay y los chorros de Epina

Cuenta la leyenda guanche que el agua que mana de la fuente de siete caños situada en la isla de La Gomera, es milagrosa. Una de las leyendas conocidas sobre los Chorros de Epina, como es conocida esta fuente, dice que el agua es capaz de descifrar el destino amoroso de aquellos que se miren en ella; si el reflejo que devuelve el agua es nítido, significa que esa persona tendrá suerte en el amor, pero si, por el contrario, el reflejo es turbio, esa persona estará condenada al sufrimiento y al desamor.
Y es aquí donde la leyenda de los Chorros de Epina se mezcla con otra leyenda guanche; la historia de amor entre dos jóvenes, Gara y Jonay. Todos los años, el día del “Beñesmén” (fiesta guanche en la que celebraban la llegada del nuevo año y en la que honraban a sus dioses, que coincidía con la fecha de la recogida de la cosecha), las jóvenes en edad casadera se acercaban a esta fuente para ver que les deparaba el futuro en el tema amoroso. Cierto año, una de esas jóvenes era Gara, la princesa de Agulo. Al llegar a la fuente, Gara se miró en el agua para conocer su avenir y pese a que en un primer momento el agua se mostró nítida, rápidamente ésta empezó a enturbiarse y a agitarse y de pronto, en medio de todo, apareció un sol abrasador. Gerián, el encargado de interpretar los símbolos mágicos, advirtió: “Lo que ha de suceder ocurrirá. Huye del fuego, Gara, o el fuego habrá de consumirte”.
Por esa época llegaron a La Gomera desde Tenerife los Menceyes (reyes de los guanches), acompañados de sus familiares y de otros nobles. Entre ellos, viajaba el Mencey de Adeje junto con su hijo Jonay. Desde el primer momento, Gara se quedó prendada de este apuesto joven y él no tardó en corresponderla. A los pocos días se anunció su compromiso, y en ese mismo momento, el Teide, conocido como Echeyde (infierno), empezó a escupir lava y fuego de una forma tan aterradora, que era posible verlo desde la isla de La Gomera. Es aquí donde el presagio anunciado por el sabio Gerián se cumplió:
Gara, princesa de Agulo, lugar del agua. Jonay, procedente de la Isla del Infierno, fuego.
Este amor era por tanto, imposible. Las familias de ambos decidieron romper esta unión que solo podría traer desgracias a las gentes del lugar. Cuando el vínculo entre Gara y Jonay estuvo roto, el volcán tinerfeño recuperó la calma. Jonay volvió a Tenerife aunque no se resignó a perder a Gara e inflando dos vejigas de animal se echó a la mar en plena noche. Cuando las fuerzas le flaqueaban, las vejigas le ayudaban a mantenerse a flote y así, a la salida del alba arribó a las costas de La Gomera y fue en busca de su amada. Juntos decidieron escapar por los bosques de laurisilva. Pero el padre de Gara se enteró de la huida de su hija y fue en su busca acompañado por un numeroso grupo de hombres. No tardaron en encontrarlos, y éstos en su afán de huir subieron al monte más alto de La Gomera donde se dieron cuenta de que no tenían escapatoria. En ese momento decidieron que preferían morir juntos que vivir separados por lo que cogieron una vara de cedro y la afilaron por los dos extremos. Cuando estuvo lista, apretaron sus pechos contra la punta y se fundieron en un abrazo eterno, mientras la vara se clavaba en sus corazones. De esta forma consiguieron estar juntos para siempre.
Actualmente, en la isla de La Gomera se sitúa el Parque Nacional de Garajonay, nombre que proviene de esta vieja leyenda guanche.

domingo, 13 de diciembre de 2020

La luz

              Florentino Ulibarri

Señor, dame la valentía de ponerme en camino,
en el camino de arriesgar la vida por ti,
para poder saborear el gozo desbordante de gastarme en tu servicio.
Dame, Señor, alas para volar y pies para caminar
al encuentro de mis hermanos y hermanas.
Dame capacidad de entrega, Señor,
entrega para “dar la vida” desde la vida, la de cada día.
Infúndenos, Señor, el deseo de darnos y entregarnos,
de dejar la vida en el servicio a los más vulnerables.
Señor, haznos constructores de tu vida, propagadores de tu reino.
Ayúdanos a poner la tienda en las periferias,
en los alejados, en los olvidados, en los descartados
para llevarles el tesoro de tu amor que salva.
Haznos, Señor, dóciles a tu Espíritu
para ser conducidos a dar la vida desde la cruz,
desde la vida que brota cuando el grano muere en la tierra,
desde la vida que germina cuando uno se olvida de sí
y se vuelca en el bien de sus hermanos.

La vela de la esperanza

El rabino Hugo Grynn fue llevado al campo de concentración de Auschwitz con su familia cuando solo era un niño. Una noche fría de invierno el padre de Hugo reunió a la familia en un barracón. Era la primera noche de la fiesta de Hanukkah, fiesta judía de las luces.
Hugo contemplaba con horror cómo su padre cogió el último paquete de manteca y lo convertía con una tira de sus ropa en una vela.
- ¡Papá, no!, gritaba el niño. Esa manteca es el último alimento que nos queda. ¿Cómo vamos a vivir?
El padre cogió una cerilla y encendió la vela y le dijo a su hijo:
- Hijo mío, podemos vivir muchos días sin comida. No podemos vivir un minuto sin esperanza. Esta luz representa la esperanza. Nunca dejes que se apague ni aquí ni en ninguna parte. 

sábado, 12 de diciembre de 2020

A la Virgen de Guadalupe

Dios te salve María de Guadalupe, Señora de la paz,
oramos por la paz en nuestro mundo; haznos pacificadores.
Dios te salve María de Guadalupe, Amiga de la gente común,
únenos para que juntos elevemos la causa de los oprimidos.
Dios te salve María de Guadalupe, Madre de México,
ayúdanos tanto a apreciar la cultura de América Latina,
como a trabajar para poner fin a su pobreza.
Dios te salve María de Guadalupe, Madre del Niño Jesús,
oramos por todos los niños que son víctimas de la guerra y del hambre; luchemos por ellos.
Dios te salve María de Guadalupe, Esposa del carpintero, José,
oramos por los derechos de todas las personas que trabajan duro en todo el mundo,
permite que su dignidad sea reconocida.
Dios te salve María de Guadalupe, Mujer de todas las generaciones,
muévenos a cuidar a las personas mayores que carecen de atención médica adecuada y refugio.
Dios te salve María de Guadalupe, Madre sin hogar,
oramos por aquellos que no tienen un hogar; permítenos abogar por la vivienda asequible.;
Dios te salve María de Guadalupe, Señora de todos los colores,
muéstranos cómo amar a todas las personas, desafiando el racismo y la discriminación.
Dios te salve María de Guadalupe, Madre de nuestro mundo,
haznos ciudadanos del mundo, trabajando por la justicia y el bienestar en todo el mundo.

La vidriera multicolor

                     Fr. Felix Jimenez Tutor

Durante la lucha civil y religiosa del cisma de Inglaterra, los Rounheads que eran Protestantes entraban en las iglesias y destruían todos los símbolos religiosos. En la catedral de Winchester hicieron añicos una magnífica vidriera.
Los cristales multicolores yacían esparcidos por el suelo. Imposible recomponerla. ¿Qué hacer con todos esos diminutos cristales?
Los feligreses los recogieron con mucho cuidado y amor. Mucho antes de que naciera el arte abstracto, los conjuntaron todos y los colocaron en una gran ventana.
Hoy, 300 años más tarde, el mismo sol brilla a través de los mismos hermosos colores, un kaleidoscopio de cristalitos, colocados de distinta manera pero formando un cuadro más significativo. 

La luz de Dios tiene que seguir brillando a través de nosotros que somos santos pero con coronas rotas.
Nadie nace Santo. Los santos hacen la diferencia, amorosa diferencia, desde su debilidad y desde su fe, porque intentaron servir a Dios y al prójimo. Esta diferencia hace que den gloria a Dios y reaviven la chispa divina que anida en sus corazones.


jueves, 10 de diciembre de 2020

Gracias, Señor, por tus dones en mí

Señor, como Juan Bautista, también yo soy muy grande,
porque he recibido muchos dones, y muy pequeño,
porque mi vida y mi felicidad dependen de Ti, del cariño de muchas personas.
Gracias por la energía de mi cuerpo y de mi mente;
y no me dejes caer en la tentación de despreciar tu fuerza.
Gracias por todo lo que he podido aprender, por todo lo que sé;
y dame humildad para que cada día busque tu sabiduría.
Gracias porque sé comprender al que se equivoca;
y que tu perdón me ayude a perdonar al que me haga daño, setenta veces siete.
Gracias por la alegría de mi rostro y de mi corazón;
y gracias por esa alegría que tú me das y que nada ni nadie me puede arrebatar.
Gracias porque me has dado un corazón que sabe amar;
que siempre esté abierto para recibir tu amor y, así, amar cada día más y mejor.
Gracias, Señor, por todo lo que sé, por todo lo que tengo, por todo lo que soy.
No me dejes caer en las garras del orgullo
y que siempre tenga alma de discípulo, de mendigo, de niño.
Gracias porque cada día me ofreces la sabiduría,
la fuerza y la vida de tu Espíritu, de tu Reino;
que sepamos acoger tus dones con humildad y gratitud. Amén.

El Maestro zen y el cristiano

                      Tony de Mello, s.j.

Una vez visitó un cristiano a un maestro Zen y le dijo:
- Permíteme que te lea algunas frases del Sermón de la Montaña
- Las escucharé con sumo gusto, replicó el maestro.
El cristiano leyó unas cuantas frases y se le quedó mirando. El maestro sonrió y dijo:
- Quienquiera que fuese el que dijo esas palabras, ciertamente fue un hombre iluminado.
Esto agradó al cristiano, que siguió leyendo. El maestro le interrumpió y le dijo:
- Al hombre que pronunció esas palabras podría realmente llamársele Salvador de la humanidad.
El cristiano estaba entusiasmado y siguió leyendo hasta el final. Entonces dijo el maestro:
- Ese sermón fue pronunciado por un hombre que irradiaba divinidad.
La alegría del cristiano no tenía límites. Se marchó decidido a regresar otra vez y convencer al maestro Zen de que debería hacerse cristiano.
De regreso a su casa, se encontró con Cristo, que estaba sentado junto al camino.
- ¡Señor, le dijo entusiasmado, he conseguido que aquel hombre confiese que eres divino!.
Jesús se sonrió y dijo:
- ¿Y qué has conseguido sino hacer que se hinche tu "ego" cristiano? 

martes, 8 de diciembre de 2020

A la Inmaculada Concepción

CON GOZO Y CON ALEGRÍA CANTAMOS, VIRGEN SAGRADA,
QUE SIEMPRE FUE INMACULADA VUESTRA CONCEPCIÓN, MARIA.

1.Jardín de suma pureza fuisteis de flores divinas,
libre de sombras y espinas, paraíso de limpieza;
la serpiente con fiereza quiso entrar con osadía,
mas le rompió la cabeza vuestra Concepción, María.

2. Fuente de puros cristales fuisteis de Dios consagrada,
en vuestro origen sellada con gracias muy celestiales.
Viendo tan claros raudales Lucifer se confundía,
por ser libre de sus males vuestra Concepción, María.

3. Torre de David sagrada para dar a Dios asiento,
desde el primer fundamento fuisteis en gracia fundada;
y con gloria tan colmada Dios para Madre os quería,
que nunca fue desgraciada vuestra Concepción, María.

4. Estrella de la mañana con divinos resplandores,
a los primeros fulgores con gracia muy soberana:
Hija de Joaquín y Ana, en vos la Iglesia confía,
pues no dañó la manzana vuestra Concepción, María.

5. Luna llena y muy brillante de gracia y de perfección
se vio vuestra Concepción en aquel primer instante;
y tan llena y tan constante Dios eterno os prevenía,
que nunca tuvo menguante vuestra Concepción, María.

6. Sol purísimo escogido fuisteis al primer oriente,
con la gracia conveniente para ser Dios concebido;
cielo y tierra han recibido rayos de suma alegría,
pues nunca ocaso ha tenido vuestra Concepción, María.

7. Puerta del Cielo segura fuisteis de Dios consagrada,
y de gracia preparada sobre toda criatura:
Vuestro favor asegura franca entrada al alma pía,
que venera limpia y pura vuestra Concepción, María.

8. Rosa mística y hermosa la Santa Iglesia os aclama,
y nuestra España a Vos llama como a su Madre piadosa:
Defendedla Poderosa, pues en vuestro amparo fía
celebrando fervorosa vuestra Concepción, María.

9. Postrados con reverencia por Patrona os veneramos,
y como a Madre os rogamos nos asistáis con clemencia:
A la Divina presencia llevadnos como fiel guía,
a ver con toda evidencia vuestra Concepción, María

Contrabando en el cielo

Cierto día Dios estaba haciendo su revisión acostumbrada en el cielo y notó que cierta gente no te nía un rostro suficientemente puro para estar ahí. Así que le mandó a un ángel que lo buscara. Fue y lo encontró sentado con el ojo bien alerta al lado de la puerta, Dios reprendió a San Pedro diciéndole: "No, no, no, esto no puede ser, tú estás dejando pasar gente que no se encuentra en la lista".
"Me confundes, buen Dios", respondió Pedro, "pues yo vivo en la puerta siempre alerta y a pesar de mi edad avanzada no se me pasa, por descuido nadie; créeme Señor, nadie ha entrado aquí sin traer el debido pasaporte. Aunque es cierto que hay gente que jamás había visto. Hay alguien que está haciendo contrabando, pero yo te prometo que pronto lo encontraré, de lo contrario renunciaré a la portería, Señor".
San Pedro se puso a revisar todas las cerraduras, buscando rendijas o aberturas por donde se pudieran colar almas, y estando la noche avanzada se sentó en plena calma a vigilar la celestial puerta; cuando de repente vio que de la habitación de la virgen María salían almas que él hubiera rechazado, se acercó sigiloso y pudo ver que de la ventana de su habitación colgaba un rosario que ellos usaban como escalera para poder subir.
San Pedro fue donde estaba Jesús y para aclarar su inocencia le pidió que hablara con ella, que con lo que estaba haciendo arruinaba su trabajo.
A lo cual Jesús con voz dulce y sonrisa tierna le respondió: "Lo siento, a ella no le puedo negar nada". 

Por eso recuerda que acercándote a ella en oración puedes encontrar a la mejor intercesora, en los problemas más difíciles, en tus mayores angustias, ella habla por ti ante Dios, y como en las bodas de Caná los milagros pueden aparecer.

domingo, 6 de diciembre de 2020

Adviento en nuestra vida

            Florentino Ulibarri

Adviento es una multitud de caminos de búsqueda y esperanza
para recorrerlos a ritmo ligero
siguiendo las huellas de Abraham, nuestro padre en la fe,
de Jacob, enamorado, astuto y tenaz,
de Moisés, conocedor de desiertos y guía de tu pueblo,
de Isaías, profeta y cantor de un mundo nuevo,
de Jeremías, sensible a los signos de los tiempos,
de Juan Bautista, el precursor humilde y consciente,
de José, el enraizado y con la vida alterada,
de María, creyente y embarazada,
y con los ojos fijos en quien va a nacer
en cualquier lugar y circunstancia.
Adviento, en nuestra vida e historia, siempre es una aventura osada
que acontece en cualquier plaza, calle y encrucijada,
o en el interior de nuestra casa, o en nuestras propias entrañas.
Adviento es tiempo y ocasión propicia para preparar el camino:
igualar lo escabroso, enderezar lo torcido, rebajar lo pretencioso,
aventar el orgullo, rellenar los agujeros negros,
despejar el horizonte, señalar las fuentes de agua fresca,
no crear nieblas ni tormentas sembrar verdad, justicia y amor
y tener el corazón con las puertas abiertas.
Te agradecemos, Señor, la reiterada presencia del Adviento
en nuestra vida e historia.
En Él, gracias a tu Espíritu y Palabra, y a nuestra humilde acogida,
despunta una nueva aurora.

La taza de té

Un profesor de universidad fue a visitar a un gurú, un maestro de sabiduría oriental y le dijo:
- “Maestro, enséñame lo que tengo que saber para ser feliz. He estudiado las Sagradas Escrituras, he escuchado a los grandes maestros, pero aún no he encontrado la respuesta”.

El Maestro le invitó a té, llenó la taza y siguió echando té que se iba derramando por la mesa y el suelo.

El profesor sorprendido le dijo:
- “La taza está llena. Pare. Ya no cabe más”.
El Maestro le explicó:
- “Tú, como esta taza estás lleno de tus opiniones y de tus especulaciones. ¿Cómo puedo enseñarte el camino si antes no vacías tu taza?

¿Cómo puedo llenarme del evangelio de Jesucristo y cómo puedo acogerlo si yo soy el centro, si yo lo lleno todo? 

jueves, 3 de diciembre de 2020

Quiero estar en vela, Señor

Preparado para que, cuando Tú llames, yo te abra.
Despierto para que, cuando Tú te acerques, te deje entrar.
Alegre para que, cuando Tú te presentes, veas mi alegría.
Quiero estar en vela, Señor.
Que, el tiempo en el que vivo, no me impida ver el futuro.
Que, mis sueños humanos, no eclipsen los divinos.
Que, las cosas efímeras, no se antepongan sobre las definitivas.
Quiero estar en vela, Señor. Y que, cuando nazcas, yo pueda velarte.
Para que, cuando vengas, salga a recibirte.
Y que, cuando llores, yo te pueda arrullar.
Quiero estar en vela, Señor. Para que, la violencia, de lugar a la paz.
Para que los enemigos se den la mano.
Para que la oscuridad sea vencida por la luz.
Para que el cielo se abra sobre la tierra.
Quiero estar en vela, Señor.
Porque el mundo necesita ánimo y levantar su cabeza.
Porque el mundo, sin Ti, está cada vez más frío.
Porque el mundo, sin Ti, es un caos sin esperanza.
Porque el mundo, sin Ti, vive y camina desorientado.
Quiero estar en vela, Señor.
Prepara mi vida personal: que sea la tierra donde crezcas.
Trabaja mi corazón: que sea la cuna donde nazcas.
Ilumina mis caminos: para que pueda ir por ellos y encontrarte.
Dame fuerza: para que pueda ofrecer al mundo lo que tú me das.
Quiero estar en vela, Señor.
Porque, tu Nacimiento, será la mejor noticia de la Noche Santa,
que se hará madrugada de amor inmenso en Belén.
¡VEN, SEÑOR!

San Francisco Javier en Goa

A la civilización hindú y musulmana se unió la portuguesa. Llegaron funcionarios portugueses, mercaderes, soldados y aventureros. La mezcla con aquel mundo pagano, la escasez de sacerdotes, etc. relajaron la fe y costumbres de los portugueses. Solteros casi todos (no iban mujeres portuguesas) vivían públicamente amancebados... Goa era una Babilonia... Javier visitó enseguida al venerable obispo D. Juan de Alburquerque. Le mostró las bulas del Papa, en que le nombraba su Delegado, con enormes poderes. Pero le dijo que sólo los usaría con su permiso. El obispo se admiró de su humildad y le abrazó. Los dos se hicieron muy amigos, Era el mes más caluroso. Javier empezó su apostolado. Vivía en el hospital, atendiendo y confesando a los enfermos. Dormía sobre una estera junto al más grave. "Eran tantos -escribe, él mismo- los que venían a confesarse que si estuviera en diez partes partido en todas ellas tuviera que confesar".
Por las tardes iba a la cárcel. Los domingos atendía a los leprosos.
Por las calles tocaba una campanilla, gritando:
-"Cristianos, amigos de Jesucristo, por amor de Dios, enviad a vuestros hijos y esclavos a la doctrina".
En una ermita cerca del hospital reunía a los niños. Les enseñaba las oraciones, el Credo y los Mandamientos. Pronto acudieron más de trescientos. En vista del éxito, el obispo mandó que en todas las iglesias se hiciera lo mismo.
Las catequesis de Javier eran modelo. Las dramatizaba, las intercalaba de oraciones y cánticos. Le ayudaban catequistas indígenas.
Cinco meses estuvo Javier en Goa. En tan poco tiempo la cambió. Se abrieron escuelas y catequesis. Se instauró la práctica de los sacramentos. En las calles, en los campos, y el mar se cantaban el Padre nuestro, el Ave María y los Mandamientos. 

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Si estoy sentado, levántame, Señor

Si dudo de tus promesas; levanta mi fe, Señor.
Si aumentan mis pesares; levanta mi ánimo, Señor.
Si me acosan mil dificultades; levanta mi fortaleza, Señor.
Si mi interior se acobarda; levanta mi espíritu, Señor.
Si me ciegan los ídolos; levanta mi vista hacia Ti, Señor.
Si me enloquece la apariencia; levanta mi corazón a Ti, Señor.
Si mi cabeza se inclina; levántala para poder verte.
Si me encuentro esclavo; levanta mis cadenas para caminar.
Si me encierro en mí mismo; levanta mi alma hacia Ti, Señor.
Si me conformo con lo que veo; levanta mi afán de buscarte.
Si sufro por la ansiedad; levanta en mí la conformidad.
Si prefiero la comodidad; levántame y ponme en pie, Señor.
Si duermo y no te espero; levántame y despiértame, Señor.
Si me despisto y no te busco; levántame y condúceme, Señor.
Si me equivoco de dirección; levántame y reoriéntame, Señor.
Si prefiero otros señores; levántame y hazme ver tu grandeza.
Si no tengo miedo a nada; levántame y dame tu santo temor.
Si me creo único e invencible; levántame y dame humildad.
Si pasa el tiempo y desespero; levántame y ven a mi encuentro en Navidad. Amén.

¿Por qué el perro mueve la cola delante de su amo?

Un día se presentó Dios en medio de los animales de la selva llevando en sus manos una tinaja de barro. Caminando con cautela llegó a una gruta y depositó el recipiente en el hueco de una roca. Luego, dirigiéndose a los animales que le habían seguido alegres y curiosos les dijo:
- En esta tinaja hay escondido un gran tesoro. Os lo confío para que lo cuidéis celosamente. A su tiempo volveré yo mismo en persona para mostraros lo que hay dentro.
Durante los primeros días todos los animales querían montar guardia junto a la tinaja, pero cuando vieron que Dios tardaba en regresar, se cansaron y empezaron a inventar pretextos para marcharse.
- Por la noche tengo que ir a buscar comida y durante el día tengo que descansar –dijo la hiena- por eso no puedo quedarme aquí mirando una tinaja.
- ¿Y soy yo acaso un escorpión para pasarme todo el día en una caverna oscura? –añadió la mona. Todos saben que vivo siempre entre los árboles al aire libre.
- Siento tener que marcharme –dijo el leopardo-, pero he prometido ir a cazar con un pariente mío que vive más allá de la laguna.
Y así, uno tras otro, todos los animales se escabulleron. Sólo el perro permanecía allí tendido todo el día delante de la gruta con el hocico encima de las patas, los ojos entornados, pero siempre vigilante.
Pasaron muchos meses. El perro, flaco y hambriento, seguía delante de la gruta. Cuando Dios, andando con paso ligero, se le acercó y le preguntó:
- ¿Dónde está la tinaja?
- Aquí está. Donde tú la pusiste.
- ¿Y los otros animales dónde están?
- Vieron que tardabas en venir y se marcharon.
Dios golpeó tres veces su bastón contra la roca. A esta señal, todos los animales, como por milagro, se encontraron reunidos a sus pies. Entonces Dios les dijo:
- Sólo el perro ha sido fiel a mi mandato. Ha permanecido largos meses delante de esta gruta esperando mi regreso, en tanto que vosotros os fuisteis a divertiros por la selva…
Luego, acercándose a la tinaja la tocó con la mano y se hizo mil pedazos, dejando ver un precioso niño sonriente.
- Este es el tesoro, –dijo Dios satisfecho- Se llamará hombre y será vuestro rey. Os hará trabajar la tierra y, cuando tenga hambre, podrá incluso someteros. En cambio, el perro será su único amigo e irá con él dondequiera que vaya.
Para recordar los largos meses de guardia delante de la gruta, el hombre le construirá una caseta de madera y le dará a comer su propia comida.
Los animales, avergonzados, bajaron la cabeza y comenzaron a marcharse. El perro, emocionado, empezó a mover la cola… Y desde ese día, siempre que encuentra a su amo mueva la cola y ladra, para expresar su agradecimiento y prometer fidelidad.
Un momento de heroísmo todos podemos tener, pero es realmente virtuoso ser constante y fiel. 

martes, 1 de diciembre de 2020

Esperaré

                     Benjamín G. Buelta, sj

Esperaré a que crezca el árbol y me dé sombra.
Pero abonaré la espera con mis hojas secas.
Esperaré a que brote el manantial y me dé agua.
Pero despejaré mi cauce de memorias enlodadas.
Esperaré a que apunte la aurora y me ilumine.
Pero sacudiré mi noche de postraciones y sudarios.
Esperaré a que llegue lo que no sé y me sorprenda
Pero vaciaré mi casa de todo lo enquistado.
Y al abonar el árbol, despejar el cauce,
sacudir la noche y vaciar la casa,
la tierra y el lamento se abrirán a la esperanza.

El canto del jilguero

                        Leyenda guaraní

Un indio oyó en la selva el canto de un jilguero. Nunca había oído una melodía igual. Quedó enamorado de su belleza y salió en la búsqueda del pájaro cantor. Encontró a un gorrión. Le preguntó:
- ¿Eres tú el que canta tan bien?
El gorrión contestó: - Claro que sí”.
- A ver, que te oiga yo.
El gorrión cantó, y el indio se marchó. No era ése el canto que había oído.
El indio siguió buscando. Preguntó a una perdiz, a un loro, a un águila, a un pavo real. Todos le dijeron que sí, que eran ellos, pero no era su voz lo que él había oído. Y siguió buscando. En sus oídos resonaba aquel canto único, distinto, ensoñador, que no podía confundirse con ningún otro.
Siguió buscando, y un día a lo lejos volvió a escuchar la melodía que había escuchado una vez y que desde entonces llevaba en el alma. Se paró silencioso. Sintió la dirección y midió la distancia con sus sentidos alerta. Se acercó sigiloso como un indio sabe andar en la selva sin que sus pies se enteren. Y allí lo vio. No necesitó preguntarle. Lo supo desde la primera nota, su oído se llenó con la melodía, sació su mirada con la silueta del pájaro cantor, y volvió feliz a su aldea. Ya sabía cuál era el pájaro de sus sueños.


La voz del Espíritu es inconfundible en el alma. Nos quedó grabada desde que nuestro cuerpo fue cuerpo y nuestra alma fue alma. Y vamos por el mundo preguntando ignorantes: “¿Eres tú?”. Mientras preguntamos no sabemos. Cuando se oye, ya no se pregunta. Dios se revela por sí mismo, y sabemos que está ahí con fe inconfundible. Que no se nos borre nunca el canto del jilguero.

sábado, 28 de noviembre de 2020

Déjame ir contigo, Señor

                        Javi Montes S.J.

Señor, déjame ir contigo
sólo quiero caminar detrás, pisar donde pisas,
mezclarme entre tus amigos.
Recorrer esas aldeas que habitan los olvidados,
los que no recuerda nadie y ver como los recuperas.
Quiero escuchar tu palabra, simple y preñada de Dios,
que aunque a muchos incomode, a tanta gente nos sana.
Quiero sentarme a tu mesa, comer del pan compartido,
que con tus manos repartes a todos los que se acercan.
Y un día tocar tu manto, como aquella pobre mujer,
suave, sin que tú lo notes, arrancarte algún milagro.
Esa que todos marginan, se atreve a abrazar tus pies
y derrama su perfume, porque en ti se ve querida.
Que de tanto ir junto a ti pueda conocerte más,
tú seas mi único amor y te siga hasta morir.

Yo elijo al Rey

Érase una vez un rey que quiso compartir sus bienes con todos sus súbditos.
Proclamó un bando invitándoles a reunirse en el patio de armas; allí, en el día asignado, cada uno podría coger lo que quisiera.
Llegó el día y en el gran patio estaban expuestas todas las riquezas del rey: Joyas, relojes, alfombras, muebles, coches…
En medio del patio, un gran trono desde el cual el rey examinaba a sus súbditos. En sus ojos brillaba la avaricia mientras admiraban aquel enorme mercadillo gratis del jueves real.
Una anciana se acercó al trono del rey y le preguntó:
- ¿Es verdad, majestad, que puedo elegir lo que quiera de lo que aquí veo?
- Sí, puede elegir lo que usted quiera, le contestó el rey.
- Entonces, yo elijo al rey, dijo la anciana.
- Por haber elegido al rey, todo lo mío es también suyo.
La ancianita, sabia y nada avariciosa, eligió lo mejor, el rey, el dueño de las cosas, el señor del reino. Y entró a formar parte de la familia del Rey. 

viernes, 27 de noviembre de 2020

Consagración a la Virgen de la Medalla Milagrosa

Oh Virgen, Madre de Dios, Inmaculada María,
nos ofrecemos y consagramos a ti,
bajo el título de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa.
Que esta Medalla sea para cada uno de nosotros,
prenda del amor que nos tienes,
y nos recuerde nuestros deberes para contigo.
Que siempre que la llevemos nos bendiga tu amorosa protección,
y nos conserve en la gracia de tu Hijo.
Oh Virgen poderosa, consérvanos siempre a tu lado
en todos los instantes de nuestra vida.
Concede a estos hijos, la gracia de una buena muerte,
para que en unión contigo podamos gozar para siempre de la eterna felicidad. Amén.

Valorar a las personas

Un padre le dijo a su hija
- Te has graduado con matrícula de honor, ahora quiero regalarte este coche que compré hace muchos años. Es viejo, pero antes de dártelo quiero que vayas a un taller de venta de coches usados y digas que se lo quieres vender, a ver cuánto te ofrecen.
La hija así lo hizo y regresó a su padre y le dijo que le habían ofrecido 1000 € porque esta desgastado.
- De acuerdo, ahora llévalo a una casa de empeño, dijo su padre.
La hija fue a una casa de empeño y regresó a su padre y le dijo:
- La casa de empeño me ofreció 100 € porque es muy viejo.
Su padre le pidió que lo llevara a un club de coches clásicos, y cuando ella regresó le dijo:
- Algunas personas en el Club ofrecieron 100,000 €, ya que es un Nissan Skyline R34, un coche icónico y buscado por muchos.
- El lugar correcto te valora de la manera correcta, le dijo su padre.


Si a ti no te valoran no te sientas mal, solo significa que, tal vez, no estás en el lugar correcto. Los que te conocen son los que te valoran.
Nunca te quedes en un lugar donde nadie ve tu valor. ¡¡¡Y nunca te adaptes a lo que no te hace feliz!!!

martes, 24 de noviembre de 2020

Fijar mis ojos en ti, Señor

Señor, dame una mirada como la tuya,
una mirada que no se quede en la superficie,
que sepa bucear a lo más profundo de la realidad.
Señor, convencerme de que sólo permanece lo que se construye
sobre el cimiento sólido del amor y la verdad,
aunque parezca pequeño y débil.
Ayúdame a darme cuenta de que no quedará piedra sobre piedra
de todo lo que se levanta sobre la mentira y el egoísmo,
por grande y bello que parezca.
Señor, orienta y dirige mi trabajo y mi vida,
para que no pierda el tiempo y la fuerza
con lo que no tiene fundamento y desaparece;
para que todas mis obras broten de ti, como de su fuente,
y tiendan siempre a ti, como a su fin.

El anciano en el restaurante

Un hijo llevó a su padre a un restaurante para disfrutar de una deliciosa cena. Su padre ya era bastante anciano y tenía un ligero temblor en las manos. Mientras comía, un poco de la comida caía en su camisa y pantalón. Los demás comensales observaban al anciano con cara de asco, pero su hijo permanecía tranquilo.
Cuando ambos terminaron de comer, el hijo, con naturalidad, ayudó a su padre y lo llevó al servicio. Limpió las sobras de comida de su arrugado rostro, e intentó lavar las manchas de comida de su ropa; cariñosamente peinó su cabello gris y finalmente le acomodó las gafas.
Al salir del servicio, un profundo silencio reinaba en el restaurante. Nadie podía entender cómo alguien podía hacer el ridículo así. El hijo pagó la cuenta, y antes de salir, un hombre, también de avanzada edad, se levantó de entre los comensales, y le preguntó al hijo del anciano:
- “¿No te parece que te has dejado algo aquí? “
El joven respondió: - “No, no me he dejado nada”.
Entonces el extraño le dijo: “Sí has dejado algo! ¡Has dejado una lección para cada hijo, y una esperanza para cada padre anciano!”
El restaurante entero estaba tan silencioso, que se podía escuchar cae un alfiler.
Uno de los mayores honores que existen, es poder cuidar de aquellos ancianos que alguna vez nos cuidaron también. Nuestros padres, y todos esos ancianos que sacrificaron sus vidas, con todo su tiempo, dinero y esfuerzo por nosotros, merecen nuestro máximo respeto. Si también sientes respeto hacia los adultos mayores, 

domingo, 22 de noviembre de 2020

Venid, benditos de mi

                   Álvaro Ginel y Mari Patxi Ayerra

Me dirás, Señor, ven bendito, a disfrutar de la Vida eterna:
porque vivo cerca de ti y tenías palabras cálidas cada mañana,
porque comprabas en la tienda y eras cercano y tierno,
porque cuando estuve pachucho me cuidaste y dedicaste tu tiempo,
porque cuando me sentí triste, siempre intentaste levantarme el ánimo,
porque cuando estaba sólo tenías un rato para mí,
porque cuando hice mal un trabajo, supiste disculparme,
porque cuando nadie me entendía, encontré tu apoyo incondicional,
porque cuando barría tu calle, con tu mirada me dignificabas,
porque cuando te hice una obra, valorabas mi trabajo y me hacías sentir importante,
porque cuando me rechazaron, tú te molestaste en escucharme,
porque cuando llamé a tu puerta, me sentaste en tu mesa, sin miedo ni ascos,
porque cuando te pedí un favor, me hiciste sentir que te lo hacía yo a ti,
porque cada vez que me pedías algo, me diste la oportunidad de ser solidario,
porque cuando tenía mal aspecto, te acercaste sin reparos,
porque cuando otros me increpaban, tú encontraste algo positivo en mí,
porque cuando estaba cansado, adivinaste mi necesidad y me descansaste,
porque cuando nadie creía en mí, tú me defendiste y apostaste por mi persona,
porque cuando trabajamos juntos, tú creaste clima de fiesta y de alegría,
porque cuando subimos juntos en el ascensor, tú me alegraste el día con tu sonrisa,
porque antes de que tuviera una ilusión, tú ya estabas intentando satisfacérmela,
porque cuando viajamos juntos en el metro, tú mirada me hizo sentir único,
porque llenaste mi vida de sorpresas, porque no se te olvidó una fecha importante,
porque tus llamadas de teléfono alegraron mis noches,
porque tus caricias sacaron música de mi cuerpo,
porque tú hiciste que la vida de mucha gente fuera un poco más bonita,
porque te regalaste en gestos de ternura, sinceridad, escucha…
Por haber sido un regalo en este mundo, ven aquí bendito de mi Padre.

Música para las nubes

                            Pedro Pablo Sacristán

Había una vez un pequeñísimo país castigado por una larga sequía. Llevaba tanto tiempo sin llover que la gente comenzaba a pasar hambre por culpa de las malas cosechas.
Coincidió que en esos mismos días un grupo de músicos cruzaba el lugar tratando de conseguir unas monedas como pago por sus conciertos. Pero con tantos problemas, nadie tenía ganas de música.
- Pero si la música puede ayudar a superar cualquier problema -comentaban los músicos, sin conseguir ni un poquito de atención.
Así que los artistas trataron de descubrir la causa de que no lloviera. Era algo muy extraño, pues el cielo se veía cubierto de nubes, pero nadie supo responderles.
- Lleva así muchos meses, pero ni una sola gota han dejado caer las nubes, les dijeron.
- No os preocupéis, nosotros traeremos la lluvia a esta tierra -respondieron-, e inmediatamente comenzaron a preparar su concierto en la cumbre de la montaña más alta.
Todos los que lo oyeron subieron a la montaña, llenos de curiosidad. Y en cuanto el director de aquella extraña orquesta dio la orden, los músicos empezaron a tocar.
De sus instrumentos salían pequeñas y juguetonas notas musicales, que subían y subían hacia las nubes. Era una música tan saltarina, alegre y divertida, que las simpáticas notas comenzaron a juguetear con las suaves y esponjosas barrigotas de las nubes, y tanto las recorrieron por arriba y por abajo, por aquí y por allá, que se formó un gran remolino de cosquillas, y al poco las gigantescas nubes estaban riendo soltando grandes truenos.
Los músicos siguieron tocando animadamente y unos minutos más tarde las nubes, llorando de pura risa, dejaron caer su preciosa lluvia sobre el pequeño país, con gran alegría para todos.
Y en recuerdo de aquella lluvia musical, cada habitante aprendió a tocar un instrumento y, por turnos, suben todos los días a la montaña para alegrar a las nubes con sus bellas canciones.

sábado, 21 de noviembre de 2020

En la Presentación de la Virgen

Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra,
fuiste presentada en el templo por tus padres san Joaquín y Santa Ana,
te presentamos a nuestros niños, que Dios nos ha dado;
los ha confiado a nuestro cuidado y protección,
como os confió a José y a ti al Niño Jesús.
Nuestros niños, por el Sacramento del Bautismo, se han hecho hijos de Dios,
hermanos de Cristo, miembros vivos de su Iglesia
y templos del Espíritu Santo.
Te los consagramos con todo nuestro corazón,
y los entregamos confiadamente a tu ternura y vigilancia maternal.
Que, por tu poderosa intercesión,
Dios los proteja en su alma y en su cuerpo,
y los preserve de todos los males.
Ayuda a todos los padres, a cumplir fielmente sus obligaciones con ellos,
así como el compromiso que contrajeron delante de Dios.
Que con su palabra, y especialmente con su ejemplo
les enseñen a creer y practicar las verdades de la fe,
el amor al prójimo y el cumplimiento de la ley de Dios.
Virgen María, en ti confiamos. Ayúdanos.

El árbol de los problemas

El carpintero que había contratado para que me ayudara a reparar una vieja granja, acababa de finalizar un duro día de trabajo: su sierra eléctrica se estropeó y le hizo perder una hora de trabajo; al finalizar la jornada, su viejo camión se negó a arrancar. Me ofrecí a llevarlo a su casa. Todo el camino estuvo en silencio, con claros signos de preocupación.
Cuando llegamos, me invitó a conocer a su familia y, antes de llegar a la puerta, se detuvo frente a un pequeño árbol y tocó las ramas con las manos.
Cuando abrió la puerta, su cara se transformó y dibujó una gran sonrisa. Abrazó a sus dos hijos pequeños y le dio un beso a su esposa.
Al marcharme, me acompañó hasta el coche. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté por qué había tocado sus ramas.
— ¡Oh!, es mi árbol de los problemas -contestó-. Es inevitable tener problemas en el trabajo, pero esos problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que, simplemente, los cuelgo en el árbol, cada noche, cuando llego a casa. Luego, a la mañana siguiente, los recojo otra vez. Lo bueno es -dijo sonriendo- que siempre hay menos de los que colgué la noche anterior.

jueves, 19 de noviembre de 2020

Déjame ir contigo, Señor

                    Javi Montes SJ.

Señor, déjame ir contigo
sólo quiero caminar detrás, pisar donde pisas
mezclarme entre tus amigos.
Recorrer esas aldeas que habitan los olvidados
los que no recuerda nadie y ver como los recuperas.
Quiero escuchar tu palabra, simple y preñada de Dios,
que aunque a muchos incomode, a tanta gente nos sana.
Quiero sentarme a tu mesa, comer del pan compartido
que con tus manos repartes a todos los que se acercan.
Y un día tocar tu manto, como aquella pobre mujer
suave, sin que tú lo notes, arrancarte algún milagro.
Esa que todos marginan, se atreve a abrazar tus pies
y derrama su perfume, porque en ti se ve querida.
Que de tanto ir junto a ti pueda conocerte más,
tú seas mi único amor y te siga hasta morir.

Tú vales mucho

Un padre le dijo a su hija "Te graduaste con matrícula de honor, quiero regalarte este coche que compré hace muchos años. Es viejo, pero antes de dártelo quiero que vayas a un lugar de venta de coches usados y digas que se lo quieres vender a ver cuánto te ofrecen.
La hija así lo hizo y regresó a su padre y le dijo me ofrecieron 1000 € porque esta desgastado.
Su padre dijo, "Ok ahora llévalo a una casa de empeño."
La hija fue a una casa de empeño y regresó a su padre y le dijo, "La casa de empeño me ofreció 100 € porque es muy viejo.
Su padre le pidió que lo llevara a un club de coches clásicos , y cuando ella regresó le dijo, "Algunas personas en el Club ofrecieron 100,000 €, ya que es un Nissan Skyline R34, un coche icónico y buscado por muchos.
Su padre le dijo, "El lugar correcto te valora de la manera correcta.”

Si a ti no te valoran no te sientas mal, solo significa que, tal vez, no estás en el lugar correcto. Los que te conocen son los que te valoran.
Nunca te quedes en un lugar donde nadie ve tu valor. Y nunca te adaptes a lo que no te hace feliz!!! 

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Ilumina, Señor

             Marcos Alemán sj

Ilumina nuestras sombras para llevar tu luz.
Ilumina nuestras sonrisas para abrazar tu Vida sin fin.
Ilumina nuestras impotencias para fortalecernos en tu amor.
Ilumina nuestro andar, para crecer en la entrega.
Ilumina nuestras palabras para no tener miedo a tus silencios.
Ilumina nuestras lágrimas para seguir sembrando.
Ilumina nuestros errores para aprender de Ti.
Ilumina nuestra oración para no ser sordos a tu llamada.
Ilumina nuestro latir para no perder el ritmo del Reino.
Ilumina nuestras necesidades para animarnos a vivir más allá de ellas
Ilumina nuestro amor para que sea incondicional y hasta el extremo como el tuyo.
Ilumina nuestro soñar para despertar contigo.
Ilumina nuestra música para cantar con los demás
Ilumina nuestras heridas para regarlas desde tu manantial.
Ilumina nuestros carismas y nuestras espiritualidades, para que sean plenitud de vida.
ilumina nuestras distancias para construir nuevas cercanías.
Ilumina nuestra Eucaristía, para hacerla en memoria tuya.
Ilumina nuestra paz, que es la Tuya.

El faro

Un faro, estratégicamente colocado en lo alto de las rocas de la playa, servía de guía a los barcos para entrar en el puerto sin chocar contra las rocas.
En cierta ocasión el encargado de encenderlo cayó enfermo y un sustituto se encargó de su funcionamiento temporalmente.
Un día estalló una poderosa tormenta y la arena, las ramas y todo tipo de objetos volaban alrededor del faro llevados por el viento.
El encargado temporal del faro cogió una lona grande y tapó la linterna para protegerla contra la tormenta.
Aquella noche un barco chocó contra las rocas y se hundió.

martes, 17 de noviembre de 2020

Talentos

        José Mª Rodríguez Olaizola

Si el pintor entierra sus pinceles, y la bailarina sus zapatillas.
Si el cantor se calla, y el sabio olvida.
Si se apaga el fuego. Si muere el viento.
Si se seca el pozo. Si el novelista deja de imaginar.
y el fotógrafo cierra los ojos… ¿Quién dibujará las olas?
¿Quién trazará, con su cuerpo, siluetas imposibles?
Nadie cantará.
Se disipará la memoria, maestra de niños y roca de ancianos.
Huirá el calor de la piel, y del alma.
Se detendrá el molino.
Se extenderá la sed por el mundo.
Los pobladores de relatos eternos no llegarán a nacer.
Nadie apresará la magia fugaz de un instante.
¡No bajes los brazos! ¡No entierres el talento
en la tierra amarga de la inseguridad y el desaliento!
¿Cuándo descubrirás la grandeza que hay en tus manos,
el poder que hay en tus sueños?

Los anteojos de Dios

                         Mamerto Menapace

El cuento trata de un difunto. Ánima bendita, camino del cielo donde esperaba encontrarse con Tata Dios para el juicio sin trampas y a verdad desnuda. Y no era para menos, porque en la conciencia a más de llevar muchas cosas negras, tenía muy pocas positivas que hacer valer. Buscaba ansiosamente aquellos recuerdos de buenas acciones que había hecho en sus largos años de usurero. Había encontrado en los bolsillos del alma unos pocos recibos "Que Dios se lo pague", medio arrugados y amarillentos de tan viejos. Fuera de eso, bien poco más. Pertenecía a los ladrones de levita y galera, de quienes comentó un poeta: "No dijo malas palabras, ni realizó cosas buenas".
Parece que en el cielo las primeras se perdonan y las segundas se exigen. Todo esto ahora lo veía clarito. Pero ya era tarde. La cercanía del juicio de Tata Dios lo tenía a muy mal traer.
Se acercó despacito a la entrada principal, y se extrañó mucho al ver que allí no había que hacer cola. O bien no había demasiados clientes o quizá los trámites se realizaban sin complicaciones.
Quedó realmente desconcertado cuando se percató no sólo de que no se hacía cola sino que las puertas estaban abiertas de par en par, y además no había nadie para vigilarlas. Golpeó las manos y gritó el Ave María Purísima. Pero nadie le respondió. Miró hacia adentro, y quedó maravillado de la cantidad de cosas lindas que se distinguían. Pero no vio a ninguno. Ni ángel, ni santo, ni nada que se le pareciera. Se animó un poco más y la curiosidad lo llevó a cruzar el umbral de las puertas celestiales. Y nada. Se encontró perfectamente dentro del paraíso sin que nadie se lo impidiera.
— ¡Caramba -se dijo- parece que aquí deben ser todos gente muy honrada! ¡Mira que dejar todo abierto y sin guardia que vigile!
Poco a poco fue perdiendo el miedo, y fascinado por lo que veía se fue adentrando por los patios de la Gloria Celestial. Realmente una preciosura. Era para pasarse allí una eternidad mirando, porque a cada momento uno descubría realidades asombrosas y bellas.
De patio en patio, de jardín en jardín y de sala en sala se fue internando en las mansiones celestiales, hasta que desembocó en lo que tendría que ser la oficina de Tata Dios. Por supuesto, estaba abierta también de par en par. Titubeó un poquito antes de entrar. Pero en el cielo todo termina por inspirar confianza. Así que penetró en la sala ocupada en su centro por el escritorio de Tata Dios. Y sobre el escritorio estaban sus anteojos. Nuestro amigo no pudo resistir la tentación -santa tentación al fin- de echar una miradita hacia la tierra con los anteojos de Tata Dios. Y fue ponérselos y caer en éxtasis. ¡Que maravilla! Se veía todo clarito y patente. Con esos anteojos se lograba ver la realidad profunda de todo y de todos sin la menor dificultad. Pudo mirar lo profundo de las intenciones de los políticos, las auténticas razones de los economistas, las tentaciones de las gentes de Iglesia, los sufrimientos de las dos terceras partes de la humanidad. Todo estaba patente a los anteojos de Dios, como afirma la Biblia.
Entonces se le ocurrió una idea. Trataría de localizar a su socio de negocios para observarlo desde esta situación privilegiada. No le resultó difícil conseguirlo. Pero lo agarró en un mal momento. En ese preciso instante su colega estaba estafando a una pobre mujer viuda mediante un crédito bochornoso que terminaría de hundirla en la miseria “per sécula seculorum”. (En el cielo todavía se entiende latín). Y al ver con meridiana claridad la cochinada que su socio estaba por realizar, le subió al corazón un profundo deseo de justicia. Nunca le había pasado en la tierra. Pero, claro, ahora estaba en el cielo. Fue tan ardiente este deseo de hacer justicia, que sin pensar en otra cosa, buscó a tientas debajo de la mesa el reposapies de Tata Dios, y lo lanzó a la tierra con una tremenda puntería. El banquito le pegó un formidable golpe a su socio, tumbándolo allí mismo.
En ese momento se sintió en el cielo una gran algarabía. Era Tata Dios que retornaba con sus angelitos, sus santas vírgenes, confesores y mártires, después de un día de picnic realizado en los collados eternos. La alegría de todos se expresaba hasta por los poros del alma, haciendo una batahola celestial.
Nuestro amigo se sobresaltó. Como era pura alma, el alma no se le fue a los pies, sino que se trató de esconder detrás del armario de las indulgencias. Pero ustedes comprenderán que la cosa no le sirvió de nada. Porque a los ojos de Dios todo está patente. Así que fue entrar y llamarlo a su presencia. Pero Dios no estaba irritado. Gozaba de muy buen humor, como siempre. Simplemente le preguntó qué estaba haciendo.

La pobre alma trató de explicar balbuceando que había entrado a la gloria, porque estando la puerta abierta nadie la había respondido y él quería pedir permiso, pero no sabía a quién.

— No, no -le dijo Tata Dios- no te pregunto eso. Todo está muy bien. Lo que te pregunto es lo que hiciste con mi banquito donde apoyo los pies.
Reconfortado por la misericordiosa manera de ser de Tata Dios, el pobre tipo le contó que había entrado en su despacho, había visto el escritorio y encima los anteojos, y no había resistido la tentación de colocárselos para echarle una miradita al mundo. Que le pedía perdón por el atrevimiento.
— No, no -volvió a decirle Tata Dios- Todo eso está muy bien. No hay nada que perdonar. Mi deseo profundo es que todos los hombres fueran capaces de mirar el mundo como yo lo veo. En eso no hay pecado. Pero hiciste algo más. ¿Qué pasó con mi banquito donde apoyo los pies?
Ahora sí el ánima bendita se encontró confiada del todo. Le contó a Tata Dios en forma apasionada que había estado observando a su socio justamente cuando cometía una tremenda injusticia y que le había subido al alma un gran deseo de justicia, y sin pensar en nada había lanzado el banquito.
— ¡Ah, no! -volvió a decirle Tata Dios-. Ahí te equivocaste. No te diste cuenta de que si bien te habías puesto mis anteojos, te faltaba tener mi corazón. Imagínate que si yo cada vez que veo una injusticia en la tierra les tirara un banquito, no alcanzarían los carpinteros de todo el universo para abastecerme de proyectiles. No m’hijo. No. Hay que tener mucho cuidado con ponerse mis anteojos, si no se está bien seguro de tener también mi corazón. Sólo tiene derecho a juzgar, el que tiene el poder de salvar.
— Vuélvete ahora a la tierra. Y en penitencia, durante cinco años reza todos los días esta jaculatoria: "Jesús, manso y humilde de corazón dame un corazón semejante al tuyo".
Y el hombre se despertó todo sudoroso, observando por la ventana entreabierta que el sol ya había salido y que afuera cantaban los pajaritos.
Hay historias que parecen sueños. Y sueños que podrían cambiar la historia.

sábado, 14 de noviembre de 2020

¿Qué quiero mi Jesús?

                  Calderón de la Barca

¿Qué quiero, mi Jesús?... Quiero quererte,
quiero cuanto hay en mí del todo darte
sin tener más placer que el de agradarte,
sin tener más temor que el de ofenderte.

Quiero olvidarlo todo y conocerte,
quiero dejarlo todo por buscarte,
quiero perderlo todo por hallarte,
quiero ignorarlo todo por saberte.

Quiero, amado Jesús, abismarme
en ese dulce hueco de tu herida,
y en sus divinas llamas abrasarme.

Quiero, por fin, en Ti transfigurarme,
morir a mí, para vivir tu Vida,
perderme en Ti... Jesús... y no encontrarme...

Cazar cerdos salvajes

En la mitad de una clase, en una universidad, uno de los alumnos, inesperadamente, le preguntó al profesor:
– ¿Usted sabe cómo se capturan los cerdos salvajes?
El profesor creyó que era una broma y esperaba una respuesta graciosa.
El joven respondió que no era una broma, y con seriedad comenzó su disertación:
– Para capturar cerdos salvajes, primero se localiza un lugar en la floresta al que los cerdos salvajes suelen ir, y allí se coloca diariamente un poco de maíz en el suelo.
Así, los cerdos salvajes vienen todos los días a comer el maíz “gratis” y, cuando se acostumbran a venir diariamente, usted va construyendo una cerca alrededor del lugar donde se acostumbraron a comer, un lado por día…
Cuando ellos se acostumbran a un lado de la cerca, vuelven para comer el maíz, y usted construye otro lado de la cerca…
Ellos vuelven a acostumbrarse y vuelven a comer.
Usted va construyendo la cerca alrededor, poco a poco, hasta instalar los cuatro lados del cercado alrededor de los cerdos.
Al final, instala una puerta en el último lado.
Los cerdos ya están habituados al maíz fácil y a las cercas, y así comienzan a venir solos por la entrada.
Es entonces cuando usted cierra el portón y captura a todo el grupo.
Así de simple, paso a paso, hasta que en el último segundo los cerdos pierden su libertad.
Ellos comienzan a correr en círculos dentro de la cerca, pero ya están presos.
Después, comienzan a comer el maíz fácil y gratuito.
Se acostumbran tanto a eso que se olvidan de cómo cazar por sí mismos, y por eso aceptan la esclavitud.
Incluso, se muestran agradecidos con sus captores y, durante generaciones van felices al matadero.
Ni siquiera desconfían de que la mano que los alimenta es la misma que los mata.
El joven le comentó al profesor que era eso lo que él veía que sucedía en algunos ámbitos de la sociedad.

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Matices

               J.M. Rodríguez Olaizola 

Sed astutos como serpientes, e inocentes como palomas. 
¿Qué es lo que pides, Señor? 
Paciente, pero ya en marcha. Inocente, mas no ingenuo. 
Coherente sin ser rígido. Convencido, pero abierto. 
Sosegado, no indolente. Bondadoso, que no ciego. 
Audaz sin ser insensato. Calculador, pero honesto. 
Prudente, mas no cobarde. Dialogante sin complejos 
Libre que se compromete. Un profeta sin veneno. 
Entregado sin cadenas. Luchador, mas no violento. 
Solo así, y a tu manera, 
combinar pasión y calma, mezclar ímpetu y sosiego. 
Trenzar el paso y la espera, conjugar instante y tiempo.

El amor y la locura

Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres.
Cuando el ABURRIMIENTO ya había bostezado por tercera vez, la LOCURA, como siempre tan loca, les propuso:
- Vamos a jugar al escondite.
La INTRIGA levantó la ceja intrigada, y la CURIOSIDAD, sin poder contenerse preguntó:
- ¿Al escondite? ¿Y cómo se juega?
- Es un juego -explicó la LOCURA-, en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno a hasta un millón mientras ustedes se esconden; y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que yo encuentre ocupará mi lugar para continuar con el juego.
El ENTUSIASMO bailó secundado por la EUFORIA, la ALEGRÍA dio tantos saltos que terminó por convencer a la DUDA, e incluso a la APATÍA a la que nunca le interesaba nada.
Pero no todos quisieron participar. La VERDAD prefirió no esconderse... ¿para qué? Si al final siempre la encontraban. La SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba, era que la idea no hubiese sido de ella) y la COBARDÍA prefirió no arriesgarse...
- Uno, dos, tres... comenzó a contar la LOCURA.
La primera es esconderse fue la PEREZA, que como siempre se dejó caer tras la primera piedra en el camino.
La FE subió al cielo y la ENVIDIA se escondió tras la sombra del TRIUNFO que con su propio esfuerzo, había logrado subir a la copa del árbol mas alto.
La GENEROSIDAD casi no alcanza a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos...: ¿Un lago cristalino? (ideal para la BELLEZA). ¿El hueco de un árbol? (perfecto para la TIMIDEZ). ¿El vuelo de la mariposa? (lo mejor para la VOLUPTUOSIDAD). ¿Una ráfaga de viento? (magnífico para la LIBERTAD). Y terminó por ocultarse en un rayito de Sol.
El EGOÍSMO, en cambio encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo... pero solo para él.
La MENTIRA se escondió en el fondo de los océanos (mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris), y la PASIÓN Y EL DESEO en el centro de los volcanes.
El OLVIDO... se me olvidó donde se escondió ... pero eso no es lo importante.
Cuando la LOCURA contaba 999, el AMOR aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado... hasta que divisó un rosal y estremecido decidió esconderse entre sus flores....
MIL contó la LOCURA y comenzó a buscar...
La primera en aparecer fue la PEREZA, solo a tres pasos de una piedra.
Después se escuchó a la FE, discutiendo con DIOS en el cielo sobre teología.
Y la PASIÓN y el DESEO, se sintieron en el vibrar de los volcanes.
En un descuido encontró a la ENVIDIA y claro, así pudo deducir donde estaba el TRIUNFO.
Al EGOÍSMO no tuvo ni que buscarlo, él solito salió disparado de su escondite que había resultado ser un nido de avispas.
De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la BELLEZA, y con la DUDA resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada cerca sin decidir aún de que lado esconderse .
Así fueron encontrando a todos, al TALENTO entre la hierba fresca; la ANGUSTIA en una oscura cueva, a la MENTIRA detrás de un arcoiris (mentira, si ella estaba en el fondo del océano) y hasta el OLVIDO... que ya se le había olvidado que estaba jugando a las escondidas...
Pero solo el AMOR, no aparecía por ningún sitio...
La LOCURA buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en las cimas de las montañas y cuando estaba por darse por vencida divisó un rosal y las rosas... Tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, hasta que un doloroso grito se escuchó...
Las espinas habían herido en los ojos al AMOR... la LOCURA no sabía qué hacer para disculparse, lloró, rogó, imploró pidió perdón, y hasta prometió ser su lazarillo.
Desde entonces en que por primera vez, se jugó al escondite en la Tierra... "El AMOR es ciego y la LOCURA siempre lo acompaña"... y es por eso, que pocos lo comprenden...!!!!




domingo, 8 de noviembre de 2020

Oración por la Iglesia Diocesana

Señor Dios, Padre de todos,
que eres la fuente de todo amor y de toda vida,
que nos has hecho hijos tuyos, hermanos unos de otros
y miembros de tu familia: la Iglesia.
Tú nos invitas a caminar unidos, ¡Camina con nosotros!
Señor Jesús, Hijo de Dios, enviado del Padre y amigo de los pequeños.
¡Dirige y acompaña nuestros pasos!
Que tu presencia inspire nuestras iniciativas al servicio de los demás.
Que tu fuerza anime nuestros compromisos.
Señor Espíritu Santo. Espíritu del Padre y del Hijo.
Ven a purificar, a animar, a unir, y a fecundar nuestra Iglesia Diocesana.
Virgen María, Madre del Señor, acompaña nuestro quehacer diocesano,
ayúdanos a ser testigos claros de Jesús ante el mundo.
Danos la alegría y la paz,
y haz que nuestra Iglesia diocesana sea fraterna y misionera. Amén.

Trabajando en la construcción

Un día, paseaba un hombre por la ciudad y vio una enorme construcción y, curioso, preguntó a uno de los trabajadores:
- ¿Qué estáis haciendo aquí?
El trabajador le contestó:
- Yo estoy poniendo ladrillos, eso es todo.
Siguió caminando y preguntó a otro trabajador:
- ¿Y usted qué está haciendo aquí?
- Yo estoy ganando el pan para mis hijos, le contestó.
Se encontró con otro trabajador, le hizo la misma pregunta y obtuvo la siguiente respuesta:
- Yo estoy haciendo una catedral.

Los dos primeros trabajadores viven el tiempo del reloj. El tercero vive el tiempo interior, tiempo de la gracia, de la conexión con Dios y con los hermanos. Este pone ladrillos como el primero, gana el pan para sus hijos como el segundo, pero es consciente de lo que hace y para quien lo hace.

viernes, 6 de noviembre de 2020

Jesucristo

Jesucristo....
No tenía sirvientes y lo llamaban Señor.
No tenía título y lo llamaban Maestro.
No tenía ejército y los reyes le temían.
No ganó batallas militares y aún así conquistó el mundo.
No cometió delito y fe crucificado.
Me amó primero sin que yo lo conociera.
Fue enterrado en una tumba y al tercer día resucitó
y aun hoy vive... ¡y me sigue acompañando!

Dar la vida por los demás

Una niña estaba muriendo de una enfermedad de la que su hermano, que tenía 18 años, había logrado recuperarse tiempo atrás. El médico dijo al muchacho:
-- Sólo una transfusión de tu sangre puede salvar la vida de tu hermana. ¿Estás dispuesto a dársela?
Los ojos del muchacho reflejaron verdadero pavor por unos instantes, finalmente dijo:
-- De acuerdo, Doctor, lo haré.
Una hora después de realizar la transfusión, el muchacho preguntó indeciso:
-- Dígame, Doctor, ¿cuándo voy a morir?
Sólo entonces comprendió el Doctor el momentáneo pavor que había detectado en los ojos del muchacho: creía que, al dar su sangre, iba también a dar la vida a su hermana. Sin duda que es un gesto heroico el de este muchacho, que es capaz de dar la vida por alguien a quien quiere.

jueves, 5 de noviembre de 2020

Mírame, Señor

Mírame Señor, no soy digno de que entres en mi casa,
háblame Señor, tu palabra bastará para sanarme, 
sáname Señor, tu conoces cuantas luchas en mis límites
De tu cuerpo brota sangre y agua viva, vas cayendo suavemente en mi interior 
te recibo con asombro y me conmuevo, Cristo vivo, 
Dios esta presente en mi pobre corazón. 
Mírame Señor, yo no sé confiar en medio de tormentas, 
llámame Señor, tú me alientas y camino sin temor, 
cuídame Señor, nadie más sostiene mi vida entregada, 
te suplico Dios, serte fiel hasta la Cruz y Cruz de amor. 
Te amaré Señor, aunque tenga que olvidarme de mi mismo, 
tomaré tu Cruz, seguiré tus pasos sin mirar atrás, 
sonreiré Señor, aunque todo fracasara y quede solo, 
y si estoy muy mal, tu palabra ardiente me liberará. 
Lavaré Señor, mis vestidos en tu sangre de cordero, 
cantaré Señor, y tu fuego abrazará mi corazón, 
me aliviarás Señor con el paso de tu cuerpo en mis entrañas, 
te bendeciré contemplando el crecimiento que anide.

Mirar por encima del muro

Un día caminaba un sacerdote con un hombre muy preocupado y agobiado por la situación que estaba viviendo, que le llevaba a dudar de la bondad de Dios.
- No sé que hacer con todos estos sufrimientos y preocupaciones –dijo.
En ese momento el sacerdote se dio cuenta que una vaca les miraba por encima de un muro de piedra.
- ¿Sabe usted por qué esa vaca mira por encima del muro? –preguntó el sacerdote.
- No –respondió su compañero, perturbado.
- Se lo diré. Es porque no puede ver a través de él. Eso es lo que hay que hacer con el “muro” de los sufrimientos y dificultades.

¡Mira más alto, por encima de él! La fe nos ayuda a mirar más allá, por encima de las dificultades, al Señor que es nuestra ayuda.

martes, 3 de noviembre de 2020

Salmo de abandono

Quiero, Señor, en tus manos grandes, 
dejarme moldear como arcilla cremosa, 
dejarme abandonar en el amor. 
Haz, Señor, que en este día sienta que tú eres mi fortaleza, 
mi refugio en los momentos de peligro. 
Quiero vivir como un niño en brazos de su madre. 
Cobijado como el polluelo bajo las alas de su madre. 
Déjame, Señor, que de verdad crea que tú eres mi Padre, 
que me cuidas más que al pájaro y la rosa. 
Déjame acurrucarme en la noche, en la ternura de tu inmenso cariño. 
Descúbreme que tú eres mi salida, mi marcha sin retorno, 
lo mejor que me ha ocurrido en mi vida. 
Quiero. en medio de la tarde que cae, 
sentirme libre como el pájaro que vuelve al nido. 
Quiero dejarme en tus manos, 
abandonado de todas las preocupaciones, 
con el gozo de que tú me sostienes. 
Quiero abandonarme, pues sé que tú no fallas, 
eres la fidelidad a la cita, el gozo en medio del llanto, 
la paz cuando están cayendo las bombas, 
la alegría que nadie me podrá arrebatar. 
Tú eres mi confianza, pues todo lo que me ocurre 
sé que está pesado en la balanza del amor. Amén 

Hoy, en la fiesta de san Martín de Porres, nuestra oración es por las muchas personas que limpian los hospitales, las calles, que vacían los cubos de basura, que van por las casas para llevarse la basura: un trabajo que nadie ve, pero es un trabajo que es necesario para sobrevivir. Que el Señor los bendiga, los ayude. (Papa Francisco)

Un cuento sobre la santidad

Érase una vez un granito de trigo, pequeño y sencillo, que quería ser santo y llegar hasta el cielo. Y se ofreció a Dios… y se puso en sus manos de buen sembrador. Y el Señor, de inmediato, con mucho cariño, lo colocó en tierra buena y lo cuidó con esmero.
Pero el granito, gritaba…, pasaba las noches oscuras, a solas, con miedo y con frío, muriendo a sí mismo. Pero, sin saberlo, renacía a una vida más hermosa y bella.
Y empezó a crecer como espiga, débil y temerosa, azotada por las lluvias y mecida por los vientos. Y fue creciendo, creciendo y creciendo acariciada por el sol, y soñaba y soñaba… y pedía y oraba.
Cuando estuvo madura, un día de estío se presentó el segador. Y ella, alarmada, gritaba y decía: “A mí no, porque yo estoy destinada a ser santa y elevarme hasta el cielo”. Pero el hombre, tal vez distraído, metió la hoz, despiadado, y quebró sus ensueños de oro.
“Oh Señor”, clamó entonces la espiga, “ya no puedo llegar a tus brazos. Sálvame mi Señor, que me muero”.
Pero el Señor, cual si nada escuchase, respondió con un largo silencio… Y aquel hombre, tomando la espiga, bajo el trillo la puso al momento… Y los granos crujieron… y como sarta de perlas preciosas, por la era rodaron deshechos.
Y vinieron más hombres y metieron los granos de trigo en un saco viejo, llevándolos luego al molino, donde finísimo polvo se hicieron. Y la harina seguía llorando. Mientras, arriba en el cielo, seguían callando… y aquí abajo, seguían moliendo.
Y, ¿por qué callaría Jesús? Y, ¿por qué, si era pura e inocente, le negaba el consuelo? Pero ella obediente, seguía sufriendo…
Y Jesús preparaba la harina. Y una hostia bellísima hicieron… por fin el grano, espiga, harina, en Jesús se fundieron.

sábado, 31 de octubre de 2020

Alabanza al Dios Creador

               Antonio Porpetta

Ha madrugado Dios esta mañana: 
escuché su trajín, su atareado revuelo por los árboles. 
Es tan grande su casa, que no puede dar reposo a sus manos. 
Comenzó por las cumbres, 
barriendo tiernamente las últimas memorias de las tormentas. 
Los ríos le esperaban: pulimentó sus cauces, 
enderezó los juncos y puso más verdor en los cañaverales. 
Se retrasaba el sol en su redondo sueño 
y tuvo que encender sus almenaras 
y enderezar su rostro gigantesco detrás de las colinas. 
Puso orden al loco griterío de los pájaros, 
dio calor a unos nidos cubiertos de escarcha, 
y lamió los rasguños de una corza batida por el viento. 
Se acercó hasta los mares: 
limpió los arrecifes, repartió las espumas, 
azuleó las aguas, y suprimió el silencio de las islas. 
Detuvo una tormenta, 
mandó que un aire lento peinara los trigales, 
que en la tierra brotaran las semillas, 
que el fuego despertara su furia en lo profundo. 
Y descerró las verjas del amor y del miedo. 
Después ha descansado un brevísimo instante 
cerca de mi ventana. 
Lo he tenido muy cerca, fragante y luminoso: 
Me ha mirado y he visto 
como una leve duda en sus ojos inmensos, 
como un cierto dolor, 
quizás como un humano desaliento.