martes, 24 de noviembre de 2020

El anciano en el restaurante

Un hijo llevó a su padre a un restaurante para disfrutar de una deliciosa cena. Su padre ya era bastante anciano y tenía un ligero temblor en las manos. Mientras comía, un poco de la comida caía en su camisa y pantalón. Los demás comensales observaban al anciano con cara de asco, pero su hijo permanecía tranquilo.
Cuando ambos terminaron de comer, el hijo, con naturalidad, ayudó a su padre y lo llevó al servicio. Limpió las sobras de comida de su arrugado rostro, e intentó lavar las manchas de comida de su ropa; cariñosamente peinó su cabello gris y finalmente le acomodó las gafas.
Al salir del servicio, un profundo silencio reinaba en el restaurante. Nadie podía entender cómo alguien podía hacer el ridículo así. El hijo pagó la cuenta, y antes de salir, un hombre, también de avanzada edad, se levantó de entre los comensales, y le preguntó al hijo del anciano:
- “¿No te parece que te has dejado algo aquí? “
El joven respondió: - “No, no me he dejado nada”.
Entonces el extraño le dijo: “Sí has dejado algo! ¡Has dejado una lección para cada hijo, y una esperanza para cada padre anciano!”
El restaurante entero estaba tan silencioso, que se podía escuchar cae un alfiler.
Uno de los mayores honores que existen, es poder cuidar de aquellos ancianos que alguna vez nos cuidaron también. Nuestros padres, y todos esos ancianos que sacrificaron sus vidas, con todo su tiempo, dinero y esfuerzo por nosotros, merecen nuestro máximo respeto. Si también sientes respeto hacia los adultos mayores, 

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