lunes, 28 de diciembre de 2020

Una bella historia de Navidad

Una hermosa leyenda cuenta que, cuando Jesús nació, los pastores fueron deprisa hacia la gruta llevando muchos regalos.
Cada uno llevaba lo que tenía: unos, el fruto de su trabajo, otros, algo de valor.
Pero mientras todos los pastores se esforzaban, con generosidad, en llevar lo mejor, había un anciano pastor que no tenía nada.
Este pastor era muy pobre, tan pobre que no tenía nada que ofrecer. Y mientras los demás competían en presentar sus regalos, él se mantenía apartado, en un rincón, con vergüenza.
En un determinado momento, San José y la Virgen se vieron agobiados recibiendo todos los regalos, sobre todo María, que debía tener en brazos al Niño. Entonces, viendo a aquel pastor con las manos vacías, le pidió que se acercara. Y le puso a Jesús en sus manos.
El pastor, tomándolo, se dio cuenta de que había recibido lo que no se merecía, que tenía entre sus brazos el regalo más grande de la historia. Se miró las manos, y esas manos que le parecían siempre vacías se habían convertido en la cuna de Dios.
Se sintió amado y, superando la vergüenza, comenzó a mostrar a Jesús a los otros, porque no podía sólo quedarse para él el regalo de los regalos.

Es la suerte más bella que podría sucedernos también a nosotros. Dejarnos encontrar en esta Navidad con el corazón tan pobre, tan vacío y silencioso que María, al vernos, pueda confiarnos también a nosotros su Niño.

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