sábado, 28 de noviembre de 2020

Yo elijo al Rey

Érase una vez un rey que quiso compartir sus bienes con todos sus súbditos.
Proclamó un bando invitándoles a reunirse en el patio de armas; allí, en el día asignado, cada uno podría coger lo que quisiera.
Llegó el día y en el gran patio estaban expuestas todas las riquezas del rey: Joyas, relojes, alfombras, muebles, coches…
En medio del patio, un gran trono desde el cual el rey examinaba a sus súbditos. En sus ojos brillaba la avaricia mientras admiraban aquel enorme mercadillo gratis del jueves real.
Una anciana se acercó al trono del rey y le preguntó:
- ¿Es verdad, majestad, que puedo elegir lo que quiera de lo que aquí veo?
- Sí, puede elegir lo que usted quiera, le contestó el rey.
- Entonces, yo elijo al rey, dijo la anciana.
- Por haber elegido al rey, todo lo mío es también suyo.
La ancianita, sabia y nada avariciosa, eligió lo mejor, el rey, el dueño de las cosas, el señor del reino. Y entró a formar parte de la familia del Rey. 

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