miércoles, 18 de mayo de 2022

El espejo de Narciso

En la mitología griega Narciso era un cazador joven, hermoso y atractivo. Todas las mujeres quedaban prendadas al verlo, pero él las rechazaba a todas.
Una de las jóvenes heridas por su amor fue la ninfa Eco, que amaba su propia voz, pero había disgustado a la diosa Hera y por ello estaba condenada a repetir la última palabra de todo aquello que se le dijera. Eco era incapaz de hablar a Narciso de su amor, pero un día, cuando él estaba caminando por el bosque, ella lo siguió. Cuando él preguntó:
- «¿Hay alguien aquí?»,
Eco respondió: - «Aquí, aquí».
Narciso le gritó: «¡Ven!». 
Y Eco dijo: «¡Ven!», y fue.
Salió de entre los árboles con los brazos abiertos y corrió hacia su amado. Sin embargo, Narciso se negó a aceptar su amor, por lo que la ninfa, triste y desconsolada, se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que solo quedó el eco de su voz.
Para castigarle por su engreimiento, Némesis –la que arruina a los soberbios– hizo que Narciso se enamorara de su propia imagen reflejada en las aguas.
La historia cuenta que, un día, contemplando su reflejo en un estanque, fascinado por su imagen, terminó arrojándose al agua. A continuación, bajó al Inframundo, donde fue atormentado para siempre por su reflejo en la laguna Estigia.

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