viernes, 26 de julio de 2024

Abuelo y nieto

— Abuelo, ¿por qué siempre te quedas en casa y no sales a pasear?
— No es fácil, nieto. Mis fuerzas ya no son las mismas, y salir solo ya no es tan sencillo.
— Pero abuelo, siempre podemos ir juntos. Yo puedo ayudarte.
— Agradezco tu ofrecimiento, pero no quiero ser una carga para ti.
— Nunca serás una carga. Me encanta pasar tiempo contigo.
— Antes solíamos salir en familia. Ahora todos están ocupados con sus propias vidas.
— Lo sé, abuelo. La vida se ha vuelto rápida y muy ocupada.
— Sí, y a veces siento que nos han olvidado. Paso los días esperando visitas.
— Pero abuelo, ¿por qué no nos dijiste que te sentías así?
— No quiero que te sientas obligado a visitarme. Solo quiero compañía, sin causar molestias.
— Voy a hablar con los demás. Haremos más esfuerzo por venir a verte.
— Eso sería maravilloso. Cuánto extraño los días cuando la casa estaba llena de risas.
— Prometo que vendremos más veces. No deberías sentirte solo.
— Gracias, nieto. Solo quiero sentir que aún soy parte de vuestras vidas.
Todos se esforzaron en visitar más al abuelo. Las risas y conversaciones volvieron a llenar la casa de los abuelos, y él revivió su alegría de antaño.
— Abuelo, ¿te sientes mejor ahora que venimos más veces?
— Mucho mejor, nieto. La soledad puede ser un peso muy grande a nuestra edad.
— Nunca me di cuenta de eso.
— A veces es difícil para los jóvenes entenderlo. No es culpa de nadie, solo la naturaleza de la vida.
— Pero ahora que lo sé, quiero asegurarme de que siempre te sientas acompañado.
— Eso nos hace muy felices. Tener a la familia cerca es el mejor regalo que podemos recibir.
— Te prometo que nunca más te sentirás solo. Siempre estaremos aquí para ti.
— Gracias, nieto. Recuerda siempre valorar el tiempo con tus seres queridos. El tiempo pasa rápido, y lo que queda son los recuerdos y el amor compartido.

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