La verdadera historia de los Reyes Magos
Hace mucho, pero que mucho tiempo, tres reyes muy poderosos y muy sabios, comenzaron a estudiar las estrellas. Estos tres reyes vivían en el lejano oriente: uno de ellos en zona europea, otro en Asia y un tercero, en el continente africano.
A estos tres reyes les llamaban magos porque sabían muchas cosas y además tenían algo en común: su pasión por la astronomía. Tanto es así, que iban apuntando en sus cuadernos, constantes anotaciones sobre la posición de las estrellas y todos los planetas.
Estos tres reyes descubrieron que en el cielo había una estrella diferente, más grande, más brillante, que se situaba sobre la pequeña localidad de Belén, en la región de Palestina. Esta estrella se iba haciendo más brillante según pasaban los fríos días de invierno.
Era el mes de diciembre, y estos reyes empezaron a usar todos sus conocimientos para averiguar qué indicaba aquella fantástica estrella.
Usaron fórmulas y consultaron escritos muy antiguos. Al final, estos tres reyes llegaron a esta conclusión: la estrella indicaba el nacimiento del hijo de Dios. Así que, sin pensárselo dos veces, recogieron todo lo que necesitaban para ponerse de viaje, conocer al niño Jesús y entregarle un regalo.
Los Reyes Magos partieron de sus países prácticamente a la vez, a lomos de tres dromedarios. El rey que partía de Asia era de mediana edad, y se llamaba Gaspar; el rey que salió de la zona más fría de Europa, era más mayor, y se llamaba Melchor; y por último, el más joven de los reyes partía de un país del continente africano, y se llamaba Baltasar.
Estos tres Reyes Magos creían conocer algo que el resto de personas no sabían: ¡estaba a punto de nacer el hijo de Dios! Pero cuál fue su sorpresa al encontrarse de camino a Belén:
– ¡Vaya! ¡Si no soy el único rey que acude a conocer al niño Jesús!- dijo asombrado Melchor al encontrarse a mitad de camino con los otros reyes.
– ¡Ya somos dos los sorprendidos! -dijo Gaspar entre risas.
– ¡Digamos que tres! -añadió sonriente Baltasar.
– Bueno, puesto que los tres vamos en la misma dirección, podemos ir juntos. Yo me llamo Melchor. Ya me podéis cuidar, que veo que soy el más ‘viejecillo’ de todos, ¡jajaja! -rió Melchor, siempre con su buen humor.
– No exageres, Melchor, que yo también tengo mis años –dijo Gaspar- Aquí el más jovencito veo que es Baltasar, que además ha traído un regalo fantástico para el niño Jesús…
– Sí -respondió entonces Baltasar- Traigo mirra, un bien escaso y muy valorado en mi tierra.
– Yo le llevo algo de oro, también muy valorado en mi país- dijo entonces Melchor.
– Y de mi tierra yo traigo incienso –dijo Gaspar- Cuesta mucho encontrarlo y tiene un olor delicioso.
Y así fue cómo los tres reyes Magos comenzaron a caminar juntos hacia Belén para conocer al niño Dios.
Después de varios días de camino, los Reyes Magos se encontraron a las puertas de Belén. La estrella que seguían gracias a sus mapas del cielo y a sus instrumentos de medición, comenzó a brillar con muchísima intensidad. Todo el mundo podía ver aquella estrella con total claridad.
– ¡Ya ha nacido! ¡Ha nacido el niño Dios! –Gritó loco de alegría Melchor.
– Cierto, amigo… la estrella lo indica claramente. Aligeremos la marcha para conocerle- añadió Baltasar.
– Y demos a todos la buena noticia- dijo Gaspar al ver que cerca había un grupo de pastores.
Los reyes, al acercarse a los pastores para darles la noticia, descubrieron que ellos también lo sabían y que se dirigían hacia allí. Unos ángeles se les habían aparecido. Estaba claro: el niño Jesús acababa de nacer. Sus apuntes, sus estudios, sus datos eran correctos.
Los Reyes Magos se dirigieron hacia Belén. No les fue nada difícil dar con el lugar en donde se encontraba el niño Jesús: la estrella indicaba con claridad el camino.
Al ver al pequeño en ese humilde pesebre, arropado por paja y junto a sus padres, un buey y una mula, no pudieron contener la emoción: se arrodillaron ante él y comenzaron a adorarle.
Aquel pequeño resplandecía como una estrella, y aún así parecía tan pequeño y humilde… Los reyes Magos le entregaron sus regalos: oro, incienso y mirra, regalos de reyes para un rey.
Al fin habían podido conocer al hijo de Dios. Y estaban deseando regresar a sus países para dar la noticia a todos.
Oración a los Reyes Magos
¡Reyes Magos de Oriente, sois hombres sabios
y os habéis dejado seducir por la Estrella de Belén
para venir a nuestros hogares, os pido que en esta mañana
el mejor regalo que me dejéis en el sofá de casa
que Dios forme parte del gran tesoro que es mi familia,
que sea capaz de amarnos profundamente,
dar mi vida por ellos, ser también amigo fiel y generoso de mis amigos!
¡Os pido, Melchor, Gaspar y Baltasar que depositéis en mi
y en el corazón de todos los que amo a Jesús, el Niño Dios!
¡Que me ayudéis a fortalecer mi fe, mi esperanza, mi caridad,
vivirlo todo alegría y hacerlo todo para la mayor gloria de Dios!
¡Regaladme el don del desprendimiento y la generosidad
para salir de mi mismo y salir al mundo
para proclamar la fe como hicisteis vosotros
cuando os postrasteis ante el Niño Dios!
¡Ayudadme a no apartarme del camino que me lleva a Él,
para serle siempre fiel, para dar la vida como Él la dio,
para saber encontrar siempre el camino que lleva hacia la eternidad,
para transitar en el mundo buscando la santidad!
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