domingo, 5 de octubre de 2025

Cuestión de fe

Érase una vez un pueblo en el que la carretera lo dividía en dos. En la gasolinera paraban muchos camioneros. Unos vecinos decidieron abrir un Club nocturno para que conductores y gentes de los alrededores se divirtieran un poco.
El cura y los feligreses, a pesar de sus protestas, no pudieron impedir su apertura. Decidieron ponerse a rezar y cada noche, en largas vigilias de oración, le pedían a Dios que mandara fuego del cielo y acabar con aquel lugar de pecado.
Una noche, un rayo cayó sobre el Club y el fuego lo redujo a cenizas. Los dueños demandaron a la iglesia por los daños que sus oraciones les habían causado.
El cura y los feligreses contrataron también un abogado que los defendiera de estos cargos.
Oídas las dos partes el juez declaró:
- Es opinión de este juzgado que los dueños del Club son los que creen en el poder de la oración. El cura y los feligreses no creen en la eficacia de sus oraciones porque han buscado un abogado que los defienda.

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