Silvia Morales
El clavo le dijo al martillo:
— ¿Por qué siempre eres tú quien me golpea?
El martillo respondió:
— No lo hago para lastimarte, lo hago para ayudarte a cumplir tu misión.
— Pero duele… -susurró el clavo.
— Lo sé -dijo el martillo-, pero sin ese golpe nunca entrarías en la madera, nunca sostendrías nada, nunca servirías de apoyo para nadie.
— ¿Y tú? ¿No te cansas de golpear?
— Claro que sí, pero vale la pena cuando veo que gracias a eso tú logras tu misión.
El clavo guardó silencio, y con una pequeña sonrisa dijo:
— Gracias por empujarme, aunque duela. Gracias por no dejarme a medias.
Moraleja: a veces la vida nos golpea no para destruirnos, sino para colocarnos justo donde debemos estar. El dolor también puede ser una forma de avance, de Amor.
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