domingo, 29 de enero de 2017

El secreto de la felicidad

La niña salió a dar un paseo. En su camino halló una mariposa, prendida entre las zarzas y agitando sus débiles alas.
La niña cogió con todo cuidado a la mariposa y la echó a volar.
Ya libre, la mariposa se convirtió en un hada que, agradecida, dijo a la niña:
– Quiero agradecerte tu favor. Pídeme el deseo que más quieras, que te lo concederé. Dime cuál es tu mayor deseo.
La niña le dijo con sinceridad:
– Quiero ser feliz. Indícame cuál es el camino de la felicidad.
La hada se lo susurró al oído, y se fue volando.
Desde ese momento la niña empezó a ser otra, siempre estaba feliz. Nadie en el pueblo era tan feliz como aquella niña. La gente empezó a interesarse, y curiosa le preguntaba continuamente por el secreto. Pero la niña evadía siempre la respuesta diciendo que eran un secreto, el secreto del hada. Así llegó a anciana y seguía siendo la mujer más feliz del pueblo, una viejecita realmente feliz, y eso que en su vida, como en la de las demás gentes, no faltaron dificultades.
Temerosos de que muriera y se llevara el secreto a la tumba, las gentes del pueblo le insistían más que nunca que les dijese el secreto. Al fin, un día, la viejecita, sonriendo, accedió a descubrírselo. Y les dijo:
– Lo que el hada me susurró es muy sencillo; pero para mí ha sido, a lo largo de toda mi vida, el secreto de mi felicidad. Y les dijo: Aunque las personas parezcan que no necesitan de nadie, no lo creas. Todos te necesitan… Yo he vivido siempre con la seguridad de que todos necesitaban de mí; me he dado a ellos, y eso me ha hecho feliz.

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