SERÉ BIENAVENTURADO, SEÑOR
Si soy capaz, con el lápiz de mi vida,
de dibujar tu rostro allá donde yo me encuentre.
Si, por la caridad, traduzco en práctica
lo que en lenguaje y palabra puede sólo quedarse.
Si soy capaz de iluminar tantas situaciones de mi mundo
con tus promesas, indicaciones y actitudes.
SERÉ BIENAVENTURADO, SEÑOR
Si, la felicidad, la encuentro en la paz y no en el odio.
Si, en la pobreza, alcanzo el exponente de mi riqueza.
Si, en la sencillez, encuentro el secreto de mi vivir.
Si, en la mansedumbre, veo mi fortaleza.
SERÉ BIENAVENTURADO, SEÑOR
Cuando me veas llorar agarrado al madero de la cruz del otro
sin reírme de la mala suerte que le acompaña.
Cuando me revele ante la injusticia, el hambre,
o la incertidumbre del que busca dignidad.
Cuando mi corazón no sea discordia sino concordia
y, ante todo, un surtidor de misericordia.
SERÉ BIENAVENTURADO, SEÑOR
O, lo que es lo mismo, feliz por ser diferente:
Limpio de corazón, antes que roto en las entrañas
buscando la paz, y huyendo de contiendas y peleas.
Incomprendido por defender la verdad
antes que ensalzado por encubrir la mentira.
Valiente ante calumnias e injurias,
haciendo frente a las falsedades que aturden.
LLÁMAME BIENAVENTURADO, SEÑOR
Cuando me veas alegre por tu causa
y, contento, por darte lo mejor de mis años.
Cuando me veas decidido por tu Reino
y sembrando ilusiones en mi camino.
Cuando cierre los ojos a este mundo
y, al contemplarte cara a cara,
pueda decir que “ser bienaventurado”
es no caer en la falsa telaraña
de las felicidades, huecas y baratas,
que el mundo o la sociedad nos da por ciertas. Amén.
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