domingo, 29 de enero de 2017

Seré bienaventurado, Señor...

SERÉ BIENAVENTURADO, SEÑOR
Si soy capaz, con el lápiz  de mi vida,
de dibujar tu rostro allá  donde yo me encuentre.
Si, por la caridad, traduzco  en práctica
lo que en lenguaje y palabra  puede sólo quedarse.
Si soy capaz de iluminar  tantas situaciones de mi mundo
con tus promesas,  indicaciones y actitudes. 
SERÉ BIENAVENTURADO, SEÑOR
Si, la felicidad, la  encuentro en la paz y no en el odio.
Si, en la pobreza, alcanzo el exponente de mi riqueza.
Si, en la sencillez,  encuentro el secreto de mi vivir.
Si, en la mansedumbre, veo  mi fortaleza. 
SERÉ BIENAVENTURADO, SEÑOR
Cuando me veas llorar  agarrado al madero de la cruz del otro
sin reírme de la mala  suerte que le acompaña.
Cuando me revele ante la  injusticia, el hambre,
o la incertidumbre del que  busca dignidad.
Cuando mi corazón no sea  discordia sino concordia
y, ante todo, un surtidor de  misericordia. 
SERÉ BIENAVENTURADO, SEÑOR
O, lo que es lo mismo, feliz  por ser diferente:
Limpio de corazón, antes que  roto en las entrañas
buscando la paz, y huyendo de  contiendas y peleas.
Incomprendido por defender la verdad
antes que ensalzado por  encubrir la mentira.
Valiente ante calumnias e  injurias,
haciendo frente a las  falsedades que aturden. 
LLÁMAME  BIENAVENTURADO, SEÑOR
Cuando me veas alegre por tu  causa
y, contento, por darte lo  mejor de mis años.
Cuando me veas decidido por  tu Reino
y sembrando ilusiones en mi  camino.
Cuando cierre los ojos a  este mundo
y, al contemplarte cara a  cara,
pueda decir que “ser  bienaventurado”
es no caer en la falsa  telaraña
de las felicidades, huecas y  baratas,

que el mundo o la sociedad  nos da por ciertas. Amén.

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