¡Señor!, perdóname
eso que sabes de mí mejor que yo mismo.
Si nuevamente cometo una falta,
Señor, concédeme de nuevo tu perdón.
¡Señor!, perdóname
si, en mi deseo de aproximarme a Ti,
mi corazón no ha sido
tan ferviente como mis palabras.
¡Señor!, perdóname
la indiscreción de mis apreciaciones,
los extravíos de mi lenguaje,
las tentaciones de mi corazón
y los desfallecimientos de mi voz.
¡Señor!, presérvame
de conocer la miseria
por relegar tu riqueza.
O de caer en el error
a pesar de tu guía.
¡Señor!, trátame con tu perdón
anteponiéndolo a tu justicia.
Señor, no dejes que me convierta
en víctima del orgullo cuando triunfo,
o de la decepción cuando fracaso.
Señor, hazme comprender
que el estar dispuesto a perdonar
es uno de los mayores signos de fuerza;
y que el deseo de venganza
es una de las manifestaciones de la debilidad.
Señor, si he herido a mi prójimo,
dame el valor de excusarme;
si las personas me han hecho daño,
dame el coraje del perdón.
¡Señor, si yo te olvido,
no me olvides Tú!
No hay comentarios:
Publicar un comentario