que desaparece la sinceridad entre los hombres:
no hacen más que mentirse unos a otros,
sus palabras son engañosas y halagadoras,
hablan con segundas intenciones en su corazón.
Sus periódicos están llenos de mentiras,
y sirven a los intereses de unos pocos.
Nos aturden con los anuncios de sus productos,
y ofrecen la felicidad que no pueden dar.
En la lengua tienen puesta su valentía.
Confían en sus labios y quieren esclavizarnos.
Pero Tú, Señor, has visto la opresión del humilde,
y oyes el lamento del pobre sin defensa.
Levántate y líbranos de sus cadenas,
no dejes que nos engañen sus anuncios y promesas.
Tus palabras sí que son palabras auténticas,
como plata limpia y refinada.
Tú nos guardarás, Señor,
nos librarás para siempre de esa gente,
de aquellos que sólo buscan su interés,
de los que han hecho de la palabra
el arte de engañar a sus iguales.
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