martes, 17 de octubre de 2017

Jugueteando

¡Cuánta alegría siento, Amigo mío,
cuando nos cuentas las historias del banquete!
Las aprendí, de tanto oírlas, de memoria,
como en la guardería…
Te veo sonreír y yo también sonrío.
Te veo entusiasmado y yo también me enciendo.
¿Habrá un banquete? ¿Habrá música y baile?
¡Cómo apretaban dientes aquellos fariseos
cuando les anunciaste que el novio y sus amigos
no pensaban hacer ayuno!
Y cuando a aquellos saduceos echaban chispas,
porque los acusaste de rehusar tu invitación.
En la comunidad, a carcajadas nos reíamos
y esperábamos signos deslumbrantes.
Pero, al instante, ¡zas!,
alguien gritó: Nos estropean la parábola.
Dejamos de reír.
Otra añadió: Se han olvidado de la misericordia.
Otra indicó: Escuchemos, que son avisos serios.
Pero enseguida vuelven las ganas de cantar y de reír.
Y yo quisiera echar un trago en tu banquete
y dar mil besos y danzar…
Voy a hacerte una foto clandestina, Señor,
cuando te pille dando abrazos a todo el mundo.
Me gustaría repartirla a mucha gente
y conseguirles un vestido nuevo para tu boda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario