sábado, 4 de agosto de 2018

Cada cosa por su nombre...

Señor, a eso de caer y volver a levantarme,
de fracasar y volver a comenzar,
de seguir un camino y tener que torcerlo,
de encontrar el dolor y tener que afrontarlo.
A todo eso que yo llamo adversidad,
enséñame a llamarlo sabiduría.
A eso Señor, de sentir “la mano de Dios” y saberme impotente,
de fijarme una meta y tener que seguir otra.
de huir de una prueba y tener que encararla,
a eso de planear un vuelo y tener que recortarlo,
de aspirar y no poder, de querer y no saber, de avanzar y no llegar...
A eso que yo llamo castigo, muéstrame que es enseñanza.
A eso de pasar días juntos radiantes, días felices y días tristes,
días de soledad y días de compañía,
A eso que yo llamo rutina, enséñame a llamarlo experiencia.
A eso de que mis ojos puedan ver, y mis oídos oigan,
y mi cerebro funcione y mis manos trabajen,
y mi alma irradie, y mi sensibilidad sienta, y mi corazón ame...
A eso Señor, que no lo llame poder humano,
sino milagro divino, tu amor por mí... ¡Amén!

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