martes, 18 de diciembre de 2018

Cómo Se Hacen los Colores del Arco Iris


Érase una vez en que los colores del mundo comenzaron a reñir. Todos reclamaban que ellos eran el mejor, el más importante, el más útil, y el favorito.
El Verde dijo, “Claramente yo soy el más importante. Soy el signo de vida y de esperanza. Fui escogido para la hierba, los árboles y las hojas. Sin mí, todos los animales morirían. Mirad el campo y veréis que yo estoy en la mayoría.
El Azul interrumpió, “Vosotros solo pensáis de la tierra, pero considerad los cielos y el mar. Es el agua la que es la base de la vida y es elevada por las nubes del mar profundo. El cielo da espacio y paz y serenidad, sin mi paz todos vosotros seriáis nada.”
El Amarillo se rió, “Vosotros sois todos tan serios. Yo traigo risa, regocijo, y calor al mundo. El sol es amarillo, la luna es amarilla, las estrellas son amarillas. Cada vez que miro un girasol el mundo entero empieza a reír. Sin mí no habría diversión.
El Naranja próximo empezó a tocar su trompeta. “Yo soy el color de la salud y la fortaleza. Puedo ser escaso, pero soy precioso porque sirvo las necesidades de la vida humana. Llevo las más importantes vitaminas. Pensad en las zanahorias, las calabazas, naranjas, mangos, y papayas. Yo no ando rondando por ahí todo el tiempo, sino cuando lleno el cielo a la salida y puesta del sol, mi belleza es tan notable que nadie da otro pensamiento a ninguno de vosotros.
El Rojo no podía aguantar por más tiempo, gritó, “¡Yo soy el regente de todos vosotros! Soy sangre -la sangre de la vida!- Soy el color de la valentía. Estoy dispuesto a pelear por una causa. Traigo fuego en la sangre. Sin mí, la tierra estaría tan vacía como la luna. Soy el color de la pasión y del amor, la rosa roja, la poinsetia y la amapola.”
El Púrpura se levantó a su plena altura. Era muy alto y habló con gran pompa. “Soy el color de la realeza y del poder. Los reyes, jefes, y obispos me han siempre escogido a mí, porque soy el signo de autoridad y sabiduría. La gente no me cuestiona! ellos escuchan y obedecen.
Y así los colores fueron jactándose, cada uno convencido de su propia superioridad. Su riña se puso cada vez más ruidosa. Súbitamente hubo un relámpago de luz brillante, el trueno tronó y retumbó.
La lluvia empezó a caer sin clemencia. Los colores se agacharon de miedo, acercándose los unos a los otros para confortarse. En medio del clamor, la lluvia empezó a hablar:
- “¡Tontos colores, peleándoos entre vosotros, cada uno tratando de dominar al resto! ¿No sabéis que cada uno de vosotros fue hecho con un propósito especial, único y diferente? Agarraos de las manos y venid conmigo.
Haciendo lo que le acababan de decir los colores se unieron y unieron sus manos. La lluvia continuó:
- “Desde ahora en adelante, cuando llueva, cada uno de vosotros se estirará a través del cielo en un gran arco de color como un recordatorio de que todos vosotros podéis vivir en paz. El Arco Iris es un signo de esperanza para el mañana.”
Y así, siempre que una buena lluvia lava al mundo, y un arco iris aparece en el cielo, recordemos apreciarnos los unos a los otros.

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