martes, 26 de febrero de 2019

El caracol Ramón y la flor Margarita


Una mañana de primavera el caracol Ramón salió a pasear por el campo. El caracol disfrutaba mucho de su paseo, cuando de repente escuchó cerca del lugar unos llantos. El caracol intrigado caminó lo más deprisa que pudo para descubrir de donde venían los llantos. Pronto se dio cuenta que era una flor la que lloraba desconsoladamente.
- ¿Que te pasa Margarita?, dijo el caracol.
- Estoy muy triste porque se me ha caído un pétalo y ahora ya no soy la más bonita del lugar, dijo la flor.
El caracol Ramón, que era muy bueno, decidió ayudarle y prometió que pronto volvería con la solución.
Por el camino se encontró con una mariquita a la cual pidió ayuda, pero ésta se encontraba tomando el sol y no quiso ayudarle para que su amiga la flor Margarita volviera a sonreír.
El caracol Ramón siguió su camino buscando a alguien que le quisiera ayudar, de momento, entre unas piedras, se encontró con una araña. El caracol le contó el problema que tenía su amiga Margarita y le pidió que le ayudase. La araña muy enfadada contestó que estaba muy ocupada tejiendo su tela de araña y que la dejase en paz.
El caracol todavía ilusionado por ayudar a la flor continuó buscando. Al poco rato se tropezó con una tortuga a la que enseguida le pidió ayuda, pero ésta, al igual que la mariquita y la araña, no quiso ayudarle.
El caracol Ramón no cesaba en su búsqueda, pues estaba seguro que alguien tenía que ayudarle. De repente, y como por arte de magia, apareció en el lugar su amigo el duende. El caracol Ramón se acercó hasta él y le dijo:
- Hola amigo duende, necesito que me ayudes.
El caracol le contó toda la historia a su amigo el duende y éste enseguida le dio la solución diciéndole:
- Toma este pegamento mágico y pégale el pétalo a tu amiga.
El caracol Ramón siguiendo las instrucciones de su amigo el duende marchó rápidamente dándole las gracias.
Cuando llegó al lugar le puso el pegamento mágico al pétalo de la flor y ésta volvió a recuperar todos sus pétalos. La flor volvió a sonreír y, desde aquel momento, el caracol Ramón fue su mejor amigo.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado, y por la chimenea se ha ido volando.

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