La
hoja blanca
Kahlil Gibrán
Dijo un día una hoja blanca de papel:
Dijo un día una hoja blanca de papel:
-
Me he formado blanca, nítida, inmaculada y pura, y así seré hasta la eternidad.
Prefiero quemarme y volverme ceniza blanca antes de permitir que me mancille la
negrura y me manche la suciedad.
Un tintero oyó aquellas razones y sintió lastima en su negro corazón, pero no se atrevió a tocar aquella hoja blanca de papel.
La oyeron también las plumas, los bolígrafos, los lápices, los pinceles... y tampoco la tocaron. Y así permaneció la hoja de papel blanca, nítida, cual la nieve... pero vacía.
Un tintero oyó aquellas razones y sintió lastima en su negro corazón, pero no se atrevió a tocar aquella hoja blanca de papel.
La oyeron también las plumas, los bolígrafos, los lápices, los pinceles... y tampoco la tocaron. Y así permaneció la hoja de papel blanca, nítida, cual la nieve... pero vacía.
El
perro y el reflejo en el río Esopo
Vadeaba un perro un río llevando en su hocico un pedazo de carne. Vio su reflejo en el agua del río y creyó que era otro perro que llevaba un trozo de carne mayor. Y deseando más el ajeno, soltó el suyo para arrebatar el trozo al que creía su compañero. Pero el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno: éste porque no existía, y el otro porque se lo llevó la corriente.
Vadeaba un perro un río llevando en su hocico un pedazo de carne. Vio su reflejo en el agua del río y creyó que era otro perro que llevaba un trozo de carne mayor. Y deseando más el ajeno, soltó el suyo para arrebatar el trozo al que creía su compañero. Pero el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno: éste porque no existía, y el otro porque se lo llevó la corriente.
Al
codiciar el bien ajeno, se puede perder lo que ya se ha adquirido con el esfuerzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario