Érase una vez un monje que se acercó a Buda y le
preguntó:
- ¿Las almas de los justos viven después de la
muerte?
Buda no le contestó. El monje siguió insistiendo
día tras día y Buda callaba.
El monje amenazó con dejar el monasterio, pues
de qué servía sacrificarlo todo si las almas morían igual que los cuerpos.
Entonces Buda sintió compasión y habló:
- Eres como un hombre que está muriendo de una flecha
envenenada. Su familia lo llevó al hospital pero el moribundo se negó a que le sacaran
la flecha si no le contestaban antes a tres preguntas: El hombre que le disparó
¿era blanco o negro?, ¿era alto o bajo?, ¿era de una casta alta o era de una
clase social baja?
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