El campesino de
este cuento era muy supersticioso. Creía en demonios, en fantasmas y brujerías.
Ese año, sus cosechas habían ido bien y un vecino, envidioso porque no había
tenido tan buenos resultados, le echó una maldición.
- Ten cuidado, porque el fantasma de mi abuelo se te va a
aparecer cada noche, y tiene un genio atroz, le advirtió.
Tal como se lo
había advertido, el campesino comenzó a ver, noche tras noche, un espectro en su
habitación. Creyó enloquecer, y decidió ir al monasterio a ver al lama para
contarle lo que le sucedía. El lama, después de escucharle, sacó de un arcón una fotografía ajada, con la imagen
de un anciano.
-
Mira bien esta
fotografía. Es de mi abuelo. Era el hombre más feroz que puedas imaginarte, y
su fantasma también lo es. Voy a hacer un encantamiento para que el fantasma de
mi abuelo te proteja cada noche. Así que si ves que viene a molestarte el
fantasma del abuelo de tu vecino, tú le echas el fantasma de mi abuelo para que
te proteja. Seguro que lo destrozará.
Esa noche
apareció el fantasma que atormentaba al campesino. Tal como le había dicho el
lama, le lanzó el fantasma de su abuelo. Hubo una lucha encarnizada en la
oscuridad de la habitación. Ganó el fantasma del abuelo del lama, y el otro
fantasma juró que nunca más volvería a molestar. El campesino, agradecido, le
llevó unos obsequios al lama.
El lama le pidió
que durante los próximos meses se dedicara a la meditación para pacificar su
alma, y que volviera seis meses después.
El campesino
meditó todos los días. Llegó a tener una mente tranquila y sosegada, y su vida
discurrió con cierta felicidad. Al término de los seis meses, regresó a ver al
lama, ya mucho más tranquilo y sosegado.
-
Ahora que has
encontrado la paz interior -dijo el lama-,es tiempo de que te diga la verdad:
nunca conocí a mi abuelo. De hecho, la foto que te mostré estaba en ese baúl
cuando llegué a este monasterio.
-
¿Y por qué me has
contado esa historia?
-
Porque cuando viniste a
mí, sólo podías vencer a tu fantasma imaginario con otro fantasma. En ese
momento, lo único que podía hacer era darte un fantasma imaginario. Pero ahora,
gracias a la meditación, puedo ver que ya has madurado, y puedo decirte la
verdad acerca del fantasma. No dejes de meditar ni un solo día si no quieres
que regresen los fantasmas que habitaban en tu mente.
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