En Ystad, Suecia, hay una iglesia
que no tiene nada de particular, en su sencillez nada llama la atención, pero
cuando uno se adentra en su interior, en frente del púlpito cuelga una cruz con
un Cristo de tamaño natural, con pelo natural coronado con una corona de espinas.
Pero este crucifijo tiene un secreto y una enseñanza poderosa.
¿Cuál es la historia de este
crucifijo?
Cuenta la historia que a
principios del siglo XVIII el rey de Suecia visitó la iglesia como un feligrés
más un domingo, sin anunciar su visita.
Cuando el pastor vio al rey
sentado entre los feligreses se alegró tanto que ignoró el sermón que tenía
preparado para ese domingo y dedicó su mejor oratoria a elogiar la figura y las
virtudes del rey.
Unos meses más tarde la iglesia
recibió el crucifijo. Con el crucifijo había una nota manuscrita que decía: “Cuélguenlo
en la iglesia, frente al púlpito, de modo que cualquier pastor que suba al
púlpito lo contemple y sepa sobre qué tiene que predicar”.
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