Un joven campesino,
recién casado, no había entrenado aún su flamante carnet de conducir. Un día, le
avisaron que sus animales se habían escapado de la finca que tenía a varios kilómetros
del pueblo. Un vecino amigo, al no poder acompañarle le ofreció al menos su furgoneta
para que llegara cuanto antes y ver qué pasaba.
Nervioso por su
falta de práctica y por el problema del ganado, el inexperto conductor quiso
abandonar la carretera y conducir por un camino apenas transitado y muy
irregular.
Después de unos
kilómetros, en una curva, se encontró con un gran bache y allí el coche se atascó
y se quedó parado. Todos los intentos fueron inútiles. Miró si había algo roto.
Si alguna rama o piedra impedía seguir. Miró el motor. Miró a un lado y a otro.
Miró al cielo... ¡nada! Sudaba y sudaba, cada vez más nervioso y descontrolado.
Incluso se sentía cada vez más solo. A unos metros pasó un viandante que se ofreció
para ayudarle, pero él no quiso admitir que tenía un problema serio. Maldecía
al Gobierno y al Ayuntamiento por tener así el camino. A tanta gente por abandonar
el campo. A los que seguramente espantaron a sus animales. A quiénes dar el
carnet de conducir sin enseñar cómo se solucionan las averías. Incluso a su vecino
amigo, porque le dejó la furgoneta sabiendo lo peligroso que era para quien no
tiene práctica. A su mujer, que siempre se queda en casa... Ya no le quedaba
más que meterse con Dios o rezar: "Ayúdame, Señor, sácame de este apuro".
Ni Dios le contestaba. Al final acabó enfadándose también con Dios.
Totalmente
cansado, desanimado y destrozado, se sentó al lado del camino. Pasó una pareja
de trabajadores y preguntaron si necesitaba ayuda. Por vergüenza, les dijo que
no era nada, que siguieran su camino.
Ya después de mucho
rato, casi desesperado, al ver pasar a otro campesino en moto, le contó su situación
y todas las ideas y sentimientos que había tenido. El campesino, que entendía
algo de coches, observó bien, levantó el capó, probó una serie de cosas y al
final moviendo la cabeza, diagnosticó:
- "Mira
amigo, te has quedado sin gasolina. No se puede andar por la vida corriendo
estos riesgos sin saber. No eches la culpa a nadie. Ea, siéntate aquí tranquilo.
Yo voy a buscarte gasolina al pueblo. Y otra vez, joven, ayúdate, que Dios te
ayudará".
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