sábado, 25 de diciembre de 2021

Los dos mosaicos

Desde una colina todo lo que se ve son escombros, vigas aún humeantes, y el armazón de algún alto edificio. Entre los cascotes brillan con el reflejo del sol pedazos de porcelana, vajillas rotas de familias destrozadas. Aquel espectáculo inspira a Imai Kenji, arquitecto japonés, discípulo de Gaudí, que plasma en un mural del exterior del Museo de Arte Cristiano de Nagasaki: que de la destrucción y la muerte nace nueva belleza y nueva vida.
Con aquellos trozos –tazas y vajillas destrozadas por el odio– crea dos mosaicos:
Blanco azulado y verde, el de la esperanza;
Rojo vivo y granate, el del amor.
Y allí quedan los dos inmensos mosaicos como símbolos, para todo visitante, de que la destrucción y la muerte no son el fin, porque en ellos mismos están los gérmenes de una nueva vida y de un nuevo mundo.

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