sábado, 6 de agosto de 2022

El duende

Vivía cerca del nevado Huascarán, a unos cuatro mil metros de altura, en la sierra de la región de Huaraz, un hombre solo, de unos setenta años. Era cuidador de la reserva forestal al lado del río Danubio, cuidaba que los pocos visitantes que llegaban de paso no se lleven las tortugas del río y no dañen las plantas y árboles.
Durante las noches a la luz de una fogata, la misma donde cocía sus alimentos, se ponía a leer historias de algunos libros que compraba en el mercado cuando bajaba a Conchucos a proveerse de alimentos. Le gustaban los libros de misterios.
Una madrugada notó por su ventana que a unos cinco kms arriba, brillaba una luz como de un pequeño farol, o mejor dicho, como un espejo muy brillante y recordó que cuando se ven esas cosa es porque bajo la luz se encuentra escondido un tesoro. Así vio ese brillo durante una semana y decidió ir con su pico y su pala a excavar. Mientras caminaba bajo una tormenta de nieve recordaba que había leído acerca de un duende que por la zona andaba, que tenía un martillo de cinco kilos de oro, que si te veía te pedía tres deseos, que si los cumplías te daba el martillo y si no, te perseguía a martillazos.
A las tres de la mañana llegó al lugar, pero se percató que un ser enano con un enorme sombrero estaba a dos metros de él, tenía el famoso martillo en sus manos, era el duende y retrocedió muy despacio para irse antes de que lo viera, cuando de pronto:
- ¡Ya te he visto! -escuchó
- ¡Quiero una camisa.
De de inmediato le entregó su camisa
- ¡Ahora quiero un pantalón!
Y se quedó solo en calzones y zapatos. Pero a pesar del intenso frío pensaba "ahora me pedirá los zapatos, me dará el martillo y seré millonario. Me iré a vivir a la ciudad, buscaré una novia, me compro un coche, una casa",... fue interrumpido cuando escuchó:
- ¡Ahora quiero... (suspenso y emoción a la vez)... ¡un cinturón para ajustar el pantalón que me queda grande!- y al no poder cumplir el deseo y mirar el ademán amenazante del duende, salió corriendo muy veloz a pesar de lo resbaladizo y rocoso del terreno. Pero correr le ayudó a combatir el intenso frío de tres grados bajo cero.

Moraleja: Si un martillo de oro quieres tener, cinturón a tus pantalones debes poner.

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