miércoles, 27 de marzo de 2024

La perla

        José Mª Alimbau
K. Gibran cuenta que una ostra dijo a otra ostra:
-- “Vecina, siento un gran dolor dentro de mí. Es como algo pesado, redondo, que me lastima, me daña, me oprime”.
Y la otra ostra replicó con arrogante complacencia:
-- “Alabados sean los cielos y el mar. Yo no siento dolor alguno dentro de mí. Me encuentro perfectamente bien y nada me molesta por dentro ni por fuera”.
En aquel preciso momento un cangrejo que por allí pasaba y había escuchado el diálogo entre las dos ostras dijo a la que estaba bien por dentro y por fuera:
-- “Sí, te sientes bien e intacta. Pero el dolor que soporta tu vecina es una perla de inigualable belleza y de gran valor”.

Todo sufrimiento humano, grande o pequeño: una lágrima llorada, una herida recibida, un sufrimiento lacerante, una enfermedad aplastante, un mal destructor… incorporado al de Cristo, puede llegar a convertirse en “perla” de belleza fascinante, inigualable, que nuestros sentidos no pueden captar. “Perlas” de incalculable valor que “valen” para el mundo interior y para la vida eterna propia y ajena.

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