domingo, 24 de septiembre de 2017

San Pedro y Dimas, el buen ladrón

Cuentan que San Pedro y Dimas, el buen ladrón, -ambos murieron crucificados- fueron al cielo y los dos vivían en la misma calle, situación que molestaba mucho a San Pedro.
Un día que Dios pasaba por allí, San Pedro se atrevió a increpar a Dios.
- “Sabes que Dimas y yo vivimos en la misma calle, en casas parecidas, y tienes que saber que yo dejé todo para seguirte: barca, redes, esposa e hijos y morí crucificado en Roma. Este Dimas no fue cristiano ni diez minutos. No entiendo por qué lo tratas como a mí”, le espetó San Pedro.
Dios le contestó: 
- “Pedro, olvídame. Tu barca se caía a pedazos, tus redes estaban llenas de agujeros, tu mujer era un fastidio y la querías muy lejos, tus hijos eran unos rebeldes que te daban muchos quebraderos de cabeza… No me cuentes esas historias, “yo más santo y cumplidor que…” porque te conozco muy bien.

Sí, Pedro, el de la primera hora, y Dimas, el de la última hora, sin merecerlo, ambos recibieron la misma paga, el don de la salvación. Seguro que Dimas lo ha entendido, ¿lo habrá entendido también San Pedro? ¿Cuántos «san Pedros» sigue habiendo hoy en la vida cristiana?

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