jueves, 30 de agosto de 2018

Nos hiciste para ti, Señor

                  San Agustín

Grande eres, Señor, y laudable sobre manera;
grande es tu poder, y tu sabiduría no tiene número.
¿Y pretende alabarte el hombre, pequeña parte de tu creación,
y precisamente el hombre, que, revestido de su mortalidad,
lleva consigo el testimonio de su pecado
y el testimonio de que resistes a los soberbios?
Con todo, quiere alabarte el hombre, pequeña parte de tu creación.
Tú mismo le excitas a ello, haciendo que se deleite en alabarte,
porque nos has hecho para Ti
y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en Ti.
¿Quién me dará descansar en Ti?
¿Quién me dará que vengas a mi corazón y le embriagues,
para que olvide mis maldades y me abrace contigo, único bien mío?
¿Qué es lo que eres para mí?
Apiádate de mí para que te lo pueda decir.
¿Y qué soy yo para ti para que me mandes que te ame?
¿Acaso es ya pequeña la misma de no amarte?
¡Ay de mí! Dime por tus misericordias,
Señor y Dios mío, qué eres para mí.
Di a mi alma: "Yo soy tu salud."
Que yo corra tras esta voz y te dé alcance.
No quieras esconderme tu rostro.

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