lunes, 2 de septiembre de 2019

Manos maravillosas


No fue sino hasta el cuarto día de haber nacido cuando sus padres y Tomás, el médico, se dieron cuenta de que Benjamín era ciego.
- “Es que es normal que no vea en los primeros días, decía Tomás a sus padres tratando de animarles. Ya verán como enseguida comenzará a ver”.
Pero ese día nunca llegó. Quizás el único consuelo de esos días fue lo que les dijo aquel señor extranjero de cabeza rapada y largas vestimentas que insinuó algo así como “que los ojos de su hijo estaban en sus manos”. En un principio no entendieron qué les quiso decir, pero cuando Benjamín empezó a desarrollar unas extraordinarias aptitudes aprendiendo rápidamente cuando tocaba algo, recordaron las palabras de aquel extranjero y empezaron a creer en ellas.
Y es que al sentido normal del tacto que todos tenemos, Benjamín añadía otro tipo de sensibilidades capaces de hacerle identificar colores u olores con solo tocar con sus manos. Cuando conocía a alguien y lo saludaba estrechándole la mano, Benjamín llegaba a conocer el carácter de esa persona, sus inquietudes, sus defectos y virtudes, pero sobre todo sabía si era alguien de fiar o no.
Era cierto que no podía leer, pero cuando tenía un libro en sus manos, era capaz de saber de qué se trataba o quién era su autor o incluso los colores de la portada con solo tocarlo. Decía que era por la vibración del propio libro, pero nadie, excepto sus propios padres, creían en él.
También era un superdotado para la música y cuando tocaba el piano, su instrumento favorito, sentía toda la sonoridad, calidez y belleza de cada nota. Benjamín no sólo tocaba el piano sino que sentía el instrumento en toda su dimensión.
Sus manos eran suaves y cuidadas y lo que más odiaba era el calor o cuando se ponía nervioso, pues el sudor lo dejaba literalmente ciego. Nunca había podido ver el dibujo de un ángel, pero supo cómo eran cuando aquel día tocó por casualidad la mano de su compañera de piano María. Ese mismo día se enamoró de ella y ese mismo día fue la primera vez que dejó de ver con sus manos para empezar a ver con su corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario