Un viejo
labrador tenía varios hijos que estaban enemistados; para que sus hijos
aprendieran una lección y volvieran a unirse empleó el siguiente medio: Llamó a
todos y les ordenó traer unas cuantas varas de esparto. Las ató en un manojo y
luego pidió a cada uno que tratara de romperlo diciendo:
- Dejaré toda
mi fortuna a aquel que sea capaz de romper este atado.
Uno tras otro
intentaron romper el mazo, sin lograrlo. Entonces el padre fue sacando una a una
las varas y las fue rompiendo con gran facilidad.
- Nosotros
también hubiéramos podido hacerlo así –exclamó el mayor de los hijos.
El viejo labrador
explicó:
- Hijos míos,
esta lección es la mejor herencia que puedo dejaros; pensad bien en ella: “Vosotros
sois como estas varas si os mantenéis unidos por el amor fraterno, seréis fuertes
e invencibles; pero si vivís separados, cualquier enemigo podrá venceros”.
Moraleja: La
unidad y la fraternidad es lo que real y verdaderamente mantiene a una familia
en solidez y así superará las barreras que se lo impidan.
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