Cuentan la
historia que en el principio, cuando el ser humano aún no había colocado sus
pies sobre la faz de la tierra, en un hermoso día de campo se encontraban todas
las cualidades y los defectos que los seres humanos tenemos.
Se encontraron
la lujuria, la pasión, la mentira, la locura, el amor, la ensoñación, la vida
la gula y todas esas vainas que a uno se le meten.
Entonces, la locura,
que por lo general ha sido loca, les dijo a los demás:
- ¡Oídme todos!
¿por qué no jugamos al escondite?
- ¿Al escondite?
Preguntó la intriga toda intrigada, ¿qué es eso?
- El escondite
-dijo la locura- es un juego que me he inventado para cuando aparezcan los
niños.
Uno cuenta desde
uno hasta un mil, y los demás se esconden en cualquier lado; entonces, uno sale
a buscar y al primero que encuentre, a ese le corresponde contar nuevamente y así
hasta que el juego se termine.
Entonces la ternura,
que por lo general ha sido tierna, dijo:
- Bueno entonces
empieza tú a contar.
Inmediatamente
la locura empezó a contar: uno, dos tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve,
diez... y todos empezaron a esconderse. La pereza, que por lo general ha sido
perezosa se escondió detrás de una piedrecilla cerca del lugar donde la locura
estaba contando. La lujuria y la pasión se escondieron en el fondo de los volcanes.
La ensoñación, detrás de la luna, la mentira en el fondo de los océanos.
Y así, cada uno
se escondió en un lugar del espacio; pero quien no hallaba donde esconderse era
el amor, y cuando escuchó que la locura iba por 999, se escondió detrás de una
rosa.
La locura terminó
de contar y salió a buscar. A la primera que encontró fue a la pereza, y
después siguió buscando y siguió buscando y encontró a la lujuria y a la pasión
en el fondo de los volcanes. A la mentira también la consiguió a pesar de que era
una mentira. Y a todos los encontró en cualquier lugar del universo.
Pero a quien no
encontraba era al amor, y muy preocupada la locura se preguntaba donde estaría,
si hasta en el cielo y en el infierno lo había buscado. Recordó el rosal y fue
hasta él, y, como tenía espinas, cogió un palo en forma de horqueta y removió
con fuerza dentro del rosal, cuando de pronto escuchó un grito. La locura dijo:
- He encontrado
el amor.
Ciertamente el
amor estaba todavía en el rosal, pero con el palo en forma de horqueta la
locura le había sacado los ojos al amor.
Muy triste y
apenada la locura le decía al amor que la perdonara porque ella lo había hecho
sin intención, que todo era un juego, y que lo único que podía hacer para remediar
tan grave hecho era servirle de lazarillo.
Y desde ese día
y gracias al juego del escondite, el amor es ciego y camina de la mano de la
locura.
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