jueves, 24 de septiembre de 2020

La sal la pones tú

Llegó el día de abrir el nuevo restaurante, y la gente hacía fila para entrar a probar los menús del chef más famoso de la ciudad, un prestigioso cocinero con tres estrellas Michelin, que había cocinado para personalidades muy importantes y famosas. La gente, mientras esperaba en la calle, comentaba extrañada que el restaurante no tenía nombre…
Por fin, se abrieron las puertas y los comensales entraron a los comedores. Tomaron asiento, leyeron el menú y empezaron a pedir. Al poco rato no paraban de salir suculentos platos de las cocinas.
Después de unos minutos, los clientes comenzaron a llamar a los camareros para quejarse porque su comida no tenía sal. Y estos respondían con la misma frase a todos los comensales:
- “La sal la pones tú”.
Todos miraban a su alrededor y no veían ningún salero. Los clientes comenzaron a incomodarse, a pedir la hoja de reclamaciones…
De repente, un señor, para romper un poco la tensión, se lanzó a contar un chiste de un borracho, y todos se rieron a carcajadas; luego una joven les deleitó con una bella canción, y todos la aplaudieron; también otra persona pidió a los camareros unas hojas de papel e hizo pajaritas que repartió a los niños allí presentes…
Salió el chef e, interrumpiendo a los clientes, les dijo:
- Este es el ambiente que yo quiero en mi restaurante y este es el nombre que daré a este lugar: “la sal la pones tú”.

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