José María Rodríguez Olaizola SJ
A veces te gustaría sentarte con el que eras hace años; y contarle lo que ahora sabes; y decirle que no tenga miedo a vivir, a equivocarse, a arriesgar... Decirle que se quiera más, y querrá mejor a otros.Contarle que muchas batallas no las ganas hasta que aceptas que seguirán ahí siempre. Y otras las ganas cuando las afrontas. Y entonces, por un camino, o por otro, dejan de tener poder sobre ti.
Decirle que Dios es mucho mayor de lo que ahora mismo intuye, y que lo va a ir descubriendo sin sospecharlo.
Le contarías que las heridas cicatrizan.
No le hablarías de algunos nombres que aún están por llegar, y de los que siempre seguirán, quizás para no arruinarle el descubrimiento y la sorpresa de amistades tan plenas.
Le dirías que procure no hacer demasiado drama de algunas contrariedades. Y que sonría más.
Le aconsejarías que cuide la espalda, pero no te haría mucho caso, porque hay momentos en que uno cree que siempre va a ser joven. Y quizás está bien así.
Es un buen ejercicio, sentarse con aquel que fuiste, y contarle el camino que os trajo hasta aquí
Preciosa reflexión!
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