viernes, 18 de septiembre de 2020

La manta para el abuelo

Don Roque era ya un anciano cuando murió su esposa. Durante largos años había trabajado con ahínco para sacar adelante a su familia. Su mayor deseo era ver a su hijo convertido en un hombre de bien, respetado por los demás, ya que para lograrlo dedicó su vida y su escasa fortuna.
A los setenta años, don Roque se encontraba sin fuerzas, sin esperanzas, solo y lleno de recuerdos.
Esperaba que su hijo, ahora brillante profesional, le ofreciera su apoyo y comprensión, pero veía pasar los días sin que éste apareciera y decidió, por primera vez en su vida, pedirle un favor.
Don Roque llamó a la puerta de la casa donde vivía el hijo con su familia.
- ¡Hola, papá! Qué milagro que vengas por aquí...
- Ya sabes que no me gusta molestarte, pero me siento muy solo, además, estoy cansado y viejo.
- Pues a nosotros nos da mucho gusto que vengas a visitarnos, ya sabes que ésta es tu casa.
- Gracias, hijo. Sabía que podía contar contigo, pero temía ser un estorbo. Entonces, ¿no te molestaría que me quedara a vivir con vosotros? ¡Me siento tan solo!
- ¿Quedarte a vivir aquí?... Sí... claro... Pero no sé si estarías a gusto. Tú sabes, la casa es pequeña... mi esposa es muy especial... y luego los niños...
- Mira, hijo, si te voy a causar molestias, olvídalo. No te preocupes por mí, alguien me tenderá la mano.
- No, padre, no es eso. Sólo que... no se me ocurre dónde podrías dormir. No puedo sacar a nadie de su cuarto, mis hijos no me lo perdonarían... Tal vez, espero que no te moleste...
- ¿Qué hijo?
- Dormir en el almacén del patio...
- Dormir en el almacén está bien.
El hijo de don Roque llamó a su hijo de doce años.
- Dime, papá.
- Mira, hijo, tu abuelo se quedará a vivir con nosotros. Tráele una manta para que se tape por la noche.
- Sí, con gusto... ¿Y dónde va a dormir?
- En el almacén del patio; no quiere que nos incomodemos por su culpa.
El niño subió por la manta, tomó unas tijeras y la cortó en dos. En ese momento apareció su padre.
- ¿Qué haces, hijo? ¿Por qué cortas la manta de tu abuelo?
- Sabes, papá, estaba pensando...
- ¿Pensando en qué?
- En guardar la mitad de la manta... para cuando tú seas viejo y vengas a vivir a mi casa... 

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