jueves, 11 de febrero de 2021

A la Virgen de Lourdes

Oh María, que te apareciste a Bernardita
en la cavidad de la roca;
al frío y a las sombras del invierno
tú les trajiste el calor de tu presencia
y el resplandor de tu belleza.
Infunde la esperanza, renueva la confianza en el vacío de nuestras vidas,
tantas veces sumidas en la sombra, y en el vacío de nuestro mundo,
en el que el Mal hace valer su fuerza.
Tú, eres la Inmaculada Concepción, socórrenos, pues somos pecadores.
Danos humildad para la conversión y valor para la penitencia.
Enséñanos a rezar por todos los enfermos y todos los que sufren.
Guíanos a la fuente de la verdadera vida.
Ayúdanos a caminar como peregrinos en el seno de la Iglesia.
Estimula en nosotros el hambre de la Eucaristía, el Pan de Vida.
Oh María, el Espíritu Santo hizo en ti maravillas:
Él, con su poder, te ha colocado junto al Padre,
en la gloria de tu Hijo, el Viviente.
Vuelve tu maternal mirada a nuestras miserias del cuerpo y del espíritu.
Que tu presencia, como luz reconfortante,
brille a nuestro lado en el trance de la muerte.
Queremos rezarte, oh María, con sencillez de niños, como Bernardita.
Que entremos, como ella, en el espíritu de las Bienaventuranzas;
así podremos, ya aquí abajo, empezar a conocer las alegrías del Reino
y cantar contigo tu Magníficat.
¡Gloria a Ti, Virgen María, dichosa servidora del Señor,
Madre de Dios, morada del Espíritu Santo!

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